El Hotel Magnolia ocupa una casona de 1929 restaurada por la arquitecta Cazú Zegers. Un recinto donde materiales nobles como el mármol y la madera, conviven con intervenciones en vidrio, acero y otros elementos contemporáneos. Un lenguaje arquitectónico que pone tildes sobre la historia, y conjuga nuevas luces para un diálogo directo con la ciudad actual.
Ese equilibrio –donde el diseño se vuelve relato– explica que en 2025 el hotel recibiera su primera Michelin Key; reconocimiento que la guía entrega a alojamientos capaces de emocionar por su hospitalidad, coherencia y sentido de lugar.
Años atrás, durante la restauración, Zegers ya otorgaba un protagonismo claro al rooftop que se habilitaría: “El corazón del proyecto es la terraza ubicada en la cubierta del edificio. Es ese espacio el que le da perspectiva y lo relaciona con su entorno: las montañas y el cerro Santa Lucía”.
Desde esa mirada, la Terraza Magnolia se ha convertido en un punto de encuentro que actualiza la antigua bohemia del centro con toques de modernidad. Calefaccionada en invierno y fresca en verano, es hoy un mirador urbano que invita a contemplar Santiago desde otra altura, entre copas, conversación, postales del atardecer y la noche capitalina.
El exitoso presente del hotel también se articula desde la gastronomía, a través de Demo Magnolia. La cocina del chef Pedro Chavarría, que tal como describimos meses atrás para Chef&Hotel, brilla sobre la mesa por lo impecable de su técnica, el producto chileno, lo estacional y la profundidad de esos sabores.
Su mirada culinaria –recientemente reconocida por los premios Chef Awards 2025– complementa la experiencia líquida del bar. Dos expresiones distintas de una misma elegancia.
Terraza Magnolia se ha convertido en un punto de encuentro que actualiza la antigua bohemia del centro con toques de modernidad. Calefaccionada en invierno y fresca en verano, es hoy un mirador urbano que invita a contemplar Santiago desde otra altura.
MIGUEL LARRAGUIBEL Y LA PECHERA COMO IDENTIDAD
Detrás de la barra, una figura esencial da forma al presente del Magnolia, Miguel Larraguibel, conocido en la escena como “Maldito Barman”. Hace más de tres años asesora la coctelería del hotel y ha construido una propuesta donde técnica, sensibilidad y sentido de lugar se mezclan con oficio.
“Yo ocupo pechera”, dice siempre. No es una frase casual, es una declaración de principios. Para Larraguibel, la barra también es cocina. Desde ahí plantea una forma de entender la coctelería como extensión del arte culinario. Precisión, respeto por el producto y hospitalidad sin artificios.
Define la oferta líquida del Magnolia como una coctelería honesta, elegante y sobria, donde no hay humo ni pirotecnia. “Aquí buscamos que el huésped diga: qué rico. Sin que nada distraiga del sabor”. Así, sin tapujos, comenta con una sonrisa que inspira confianza. Su estilo, forjado entre cocinas y barras, ha encontrado en Magnolia el lugar exacto para expresar esa madurez profesional.
Reconocido por su trabajo con Dilmah, Giffard y Kombuchacha, por ejemplo, Larraguibel asesora proyectos como Magnolia, el nuevo Raval –pronta apertura– y colabora con la ONG Causas Nobles y la Fundación Ayuda Callejeros; con quienes lanzará un vino a beneficio de los perros en situación de calle. “Esta, dice, es la mejor carta que hemos tenido”, en referencia al nivel técnico alcanzado por su equipo, conformado por Benito Delgado y Daniela González, junto a Víctor Cartes como jefe de sala.
Detrás de la barra, una figura esencial da forma al presente del Magnolia, Miguel Larraguibel, conocido en la escena como “Maldito Barman”. Hace más de tres años asesora la coctelería del hotel y ha construido una propuesta donde técnica, sensibilidad y sentido de lugar se mezclan con oficio.
UNA CARTA CON IDENTIDAD Y TEMPORADA
La propuesta actual de la Terraza Magnolia se construye sobre tres pilares: identidad, elegancia y estación. “Buscamos sabores limpios y equilibrados que dialoguen con el lugar. Nada de artificios”, vuelve a recalcar Larraguibel. La carta combina clásicos que ya forman parte del ADN del hotel, con nuevas creaciones pensadas para la temporada primaveral–veraniega, donde predominan la frescura, la ligereza y el carácter cítrico.
En la barra se percibe una calma meticulosa. El hielo en su medida, sobre formas exactas para sobresalir en cada preparación. La cristalería exacta, las fragancias discretas. Es una coctelería que respira arquitectura, que bebe del ritmo del edificio y del pulso de la ciudad.
EN LA BARRA DE HOTEL MAGNOLIA | Víctor Cartes, jefe de sala; Miguel Larraguibel (Maldito Barman) y Benito Delgado, jefe de barra
LOS CÓCTELES: LO CONSOLIDADO Y LO NUEVO
El recorrido comienza con Magnolia Ten, un aperitivo seco y perfumado con gin Tanqueray Ten, licor de ruibarbo (ensamblado ahí mismo), licor Magnolia –en base a un blend de licores de naranja– y vermut dry francés. Miguel lo pensó como un cóctel de bienvenida que también se pueda incorporar a Demo Magnolia. Fresco, elegante y preciso, con el ruibarbo –fruto propio del sur– aportando una nota ácida que “hace salivar” y pide más…
Le sigue el Sour Patrimonial, primer cóctel que creó para el hotel, con pisco Waqar macerado en canela, mezcla de limón sutil y amarillo, licor de naranja Magnolia y bitter de frutilla. “Queríamos evocar el espacio patrimonial donde trabajamos. Qué el cóctel hablara de este lugar, pero en un lenguaje contemporáneo”, explica.
El Deshuesado es un capítulo aparte. Creado hace casi veinte años, combina jugo de huesillo hecho en el hotel, pisco, gotitas de limón y licor de maracuyá. “El maracuyá y el huesillo son bien amigos”, dice Miguel. “Hablan el idioma de la tierra”, agrega. En Magnolia, el cóctel se perfeccionó hasta el detalle. Incluso desarrollaron un papel de huesillo que es decoración y un atractivo sensorial a la vez.
Define la oferta líquida del Magnolia como una coctelería honesta, elegante y sobria, donde no hay humo ni pirotecnia. “Aquí buscamos que el huésped diga: qué rico. Sin que nada distraiga del sabor”.
Entre las novedades, Brisa de Sauco –como mocktail– ofrece una opción sin alcohol; flor de sauco, elixir de té verde Dilmah, jugo de limón y agua con gas. ¡Frescura en su máxima expresión! Mientras que Roses Clery reinterpreta el clásico ponche chileno con vino blanco. “En este caso, con Chardonnay Villard, syrup de rosas, jugo de naranja y limón, y fortificado con nuestro pisco con canela”, detalla el bartender. Dos cócteles pensados para la estación cálida, con la delicadeza que define la barra.
Desde la barra, la recomendación para acompañar aquel provechoso encuentro con la coctelería del hotel, va de la mano de la Tabla Magnolia. Una selección que incluye empanadas de carne mechada, croquetas de setas, bruschettas de queso azul con dulce de membrillo, tártaro de salmón al jengibre, crudo de novillo, arrollado de huaso, quesos y tostadas.
TABLA MAGNOLIA | una selección que incluye empanadas de carne mechada, croquetas de setas, bruschettas de queso azul con dulce de membrillo, tártaro de salmón al jengibre, crudo de novillo, arrollado de huaso, quesos y tostadas
PRIMAVERA EN LA TERRAZA
Cuando el sol se esconde tras los edificios y Santiago se tiñe de dorado, la Terraza Magnolia se vuelve un escenario abierto. La brisa realza los aromas cítricos y florales, el sonido de la ciudad se apaga y cada copa encuentra su momento. La coctelería de este lugar deja una memoria leve, distinguida. Justamente, como esa luz que queda flotando cuando el día propone sus últimas horas.
El Magnolia ha logrado traducir su patrimonio arquitectónico a un lenguaje contemporáneo, y la llave Michelin sólo confirma lo que el visitante percibe. En paralelo, la barra dirigida por Miguel Larraguibel se consolida como una de las experiencias cocteleras más refinadas del centro. Al final, no se trata sólo de un bar de hotel. Es una manera de habitar Santiago desde arriba, con la serenidad de quien sabe que la elegancia, en el Magnolia, también es líquida.
Hotel Magnolia
- Huérfanos 539, Santiago
- Teléfono: +569 2979 9573
- Instagram (@hotelmagnoliacl)
- Web: https://hotelmagnolia.cl/








