En los últimos días el mundo amante de las monarquías está de luto, la Reina Isabel II del Reino Unido, ha muerto y todo el planeta ha inclinado sus cabezas para demostrar pesar por su partida. Muchos ciudadanos de a pie, conocen y reconocen los diversos lazos, tradiciones e historias relacionadas a esta realidad de reyes, quienes son asiduos a estos temas lo validan y no ponen en duda su majestuoso accionar público. Este denominador común sucede en varias partes de Europa y son parte de la historia. Cosa distinta, es la realidad de América, ya que los reyes o de la vida monárquica y si hablamos de reyes -como en Chile- Sólo los podemos relacionar con “el Rey de…”.
En nuestro rubro podemos encontrar, y hoy cada vez más escasos, los reyes de algún producto o receta, me refiero a un ingenioso concepto de marketing que en los años 70 y 80 se hizo popular en nuestro país. La gran mayoría de esos negocios partieron como emprendimientos muy sencillos los cuales con un producto estrella, es decir se vende bien, es de bajo costo, deja muy buen margen y es el más elegido por el público, resultarían el éxito de todo negocio y les ha dado vida a algunos hasta nuestros días.
Los Reyes que podemos encontrar en nuestro país son muchos y no solo relacionados con gastronomía, por ejemplo el Rey del Mote con Huesillos, El Rey del Pescado Frito, El Rey del Completo, El Rey del Lomito, además de Los palacios de, como el del Poroto con riendas, sino también están los reyes del neumático, de las bicicletas, del Gas, del Embrague, de Frenos, entre tanto negocio que se jacte como tal. A mi modo de ver las características que debe tener cada local denominado como “El Rey de” es poseer un sólo producto, en su defecto dos o tres más pero no una amplia carta u oferta, debe ser un producto que se venda masivamente, poseer una excelente relación precio-calidad, su publicidad debe ser casi en su totalidad por medio del boca a boca, y la satisfacción de la experiencia debe estar relacionada con el producto y no con un pretensioso local o con cualquier elemento que confunda al cliente y lo distraiga del comer.
Hoy en la gastronomía nacional los locales de Reyes van en dirección a la desaparición, quizás porque sus dueños ya no se creen el cuento de que venden el mejor producto. Me encantaría que hoy en día nos convirtiéramos en un país lleno de Reyes, habiendo tantas colonias de extranjeros podríamos tener el Rey de los Tequeños, el Rey de la Arepa, El rey del Cebiche, de las Pizzas, del Sushi y así seguir creciendo una oferta variopinta y cargada de calidad, precio y ante todo sabor, ese sabor que solo los reyes pueden comer o mejor dicho, convertir cada negocio y bocado en “Manjar de Dioses”.
Dejo esta atractiva y entretenida tarea comercial, por supuesto que como todas va cargada de perseverancia y mucho trabajo, para lograr el objetivo de mejorar la oferta y la calidad en emprendimientos gastronómicos, con el solo hecho de coronarse como El Rey de un producto en particular.