Septiembre es, para los chilenos, mucho más que el inicio de la primavera. Es el mes en que celebramos nuestras Fiestas Patrias, conmemoramos nuestra independencia y, sobre todo, nos reencontramos con nuestras raíces, costumbres y tradiciones. Y dentro de todas esas expresiones culturales, la gastronomía ocupa un lugar central: está en la mesa, en las fondas, en las ferias, en los hogares y en cada rincón donde se despliega el espíritu festivo.
La cocina chilena tiene una capacidad única para unir a las personas. Pocas imágenes son tan representativas de estas fechas como una familia reunida alrededor de la parrilla, compartiendo empanadas, anticuchos, choripanes y, por supuesto, un buen vino o una refrescante chicha. No se trata solo de alimentos: es un ritual colectivo que evoca identidad, pertenencia y afectos. Cada plato cuenta una historia y transmite un valor patrio.
Las Fiestas Patrias, además, son un momento privilegiado para la transmisión de tradiciones entre generaciones. En estas jornadas, los abuelos enseñan a los nietos a preparar una empanada de horno, los padres comparten con sus hijos el arte de encender el carbón en la parrilla, y los amigos descubren juntos nuevas recetas que reinterpretan los sabores de siempre. Esta cadena de transmisión cultural tiene un valor incalculable, porque fortalece la continuidad de nuestras costumbres y mantiene viva la memoria de lo que somos.
La gastronomía, en este sentido, es una expresión de chilenidad tan poderosa como la cueca, el rodeo o las ramadas. Al igual que esas manifestaciones, está asociada a un profundo sentido de comunidad y celebración. Comer juntos es celebrar juntos, y celebrar juntos es reafirmar nuestra identidad.
Pero la gastronomía en Fiestas Patrias no solo tiene un valor simbólico o cultural. También constituye un motor económico relevante. Restaurantes, fondas, cocinerías, productores de alimentos y bebidas, y una extensa cadena de proveedores encuentran en estas fechas una oportunidad de desarrollo y dinamismo. De hecho, miles de empleos dependen directamente de la mayor demanda que se genera en septiembre, lo que muestra la importancia de la cocina nacional como pilar de la actividad productiva.
Desde la Asociación Chilena de Gastronomía, valoramos profundamente este vínculo entre gastronomía y valores patrios. Promover la cocina chilena significa promover también la unidad nacional, el respeto por nuestras tradiciones y el orgullo de pertenecer a una tierra diversa y rica en sabores. Por eso, nuestro compromiso como gremio no se limita solo a la defensa de los intereses del sector, sino también a la difusión y puesta en valor de la cultura culinaria que nos distingue como país.
Las Fiestas Patrias son una invitación a mirarnos, reconocernos y celebrarnos. Y la mesa chilena, en toda su diversidad y abundancia, es el escenario perfecto para ello. Que en este nuevo aniversario patrio volvamos a brindar, a compartir y a sentir el orgullo de ser chilenos a través de los sabores que nos han acompañado desde siempre. Porque la gastronomía es, en definitiva, una de las formas más auténticas de expresar nuestra identidad nacional.