La decisión del Gobierno de reducir en casi un 30% el presupuesto destinado a la promoción internacional del turismo no es solo una mala noticia: es un retroceso que amenaza con frenar la recuperación y el crecimiento de una de las industrias más relevantes y descentralizadoras del país.
El turismo chileno genera cerca de 700 mil empleos y representa el 3,1% del PIB nacional, con el potencial de alcanzar el 4,5% en los próximos años. Cada punto porcentual adicional significa miles de nuevos puestos de trabajo, mayor inversión regional y un impulso directo a las economías locales. Pero ese crecimiento no ocurre por casualidad. Ningún destino se consolida sin promoción sostenida, inversión y visión de largo plazo.
Reducir los recursos destinados a la promoción es, en los hechos, ceder terreno frente a nuestros competidores. Mientras países vecinos intensifican sus campañas para atraer visitantes —conscientes de que el turismo es una fuente estratégica de divisas y empleo—, Chile decide invisibilizarse. La promoción internacional no es un lujo ni un gasto prescindible: es una inversión en imagen país, crecimiento y oportunidades para las regiones.
Resulta además contradictorio que el propio Ejecutivo haya declarado al turismo como un pilar del desarrollo sostenible y, al mismo tiempo, le quite las herramientas esenciales para cumplir ese rol. Este recorte golpea a toda la cadena de valor del sector: hoteles, restaurantes, agencias, transportistas, guías, emprendedores y comunidades que viven del visitante que llega gracias al esfuerzo de promoción colectiva.
Desde Hoteleros de Chile creemos que aún estamos a tiempo de corregir el rumbo. Hacemos un llamado al Congreso a revisar esta partida y resguardar los fondos necesarios para mantener la presencia internacional de nuestro país. Si no promovemos Chile, otros lo harán mejor. Y cuando eso ocurra, recuperar la visibilidad perdida será mucho más costoso.
El turismo es una de las pocas actividades capaces de generar desarrollo inclusivo, empleo formal y arraigo territorial. Apostar menos por la promoción es, en el fondo, hipotecar el futuro de una industria que puede ser uno de los grandes motores del progreso nacional.