Grandes eventos deportivos: un motor de desarrollo del turismo

Grandes eventos deportivos: un motor de desarrollo del turismo

Presidenta Ejecutiva
Federación de Empresas de Turismo de Chile

Chile se encuentra en un momento privilegiado para potenciar el turismo deportivo como eje de desarrollo regional y económico. Gracias a su geografía diversa, su clima, su conectividad y una creciente capacidad organizativa, el país ha demostrado que puede albergar grandes eventos internacionales y, al mismo tiempo, atraer visitantes, fortalecer economías locales y diversificar su oferta turística.

El reciente Mundial Sub-20 de Fútbol, que finalizó hace unos días; la fecha chilena del Campeonato Mundial de Rally, disputada en septiembre en la Región del Biobío; y la experiencia de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos de Santiago 2023, son ejemplos concretos de esa capacidad. Cada uno de estos eventos deja más que estadios llenos o transmisiones televisivas: deja un legado de infraestructura, conocimiento técnico, promoción internacional y oportunidades para miles de emprendedores del turismo y la gastronomía que ven reactivada su actividad.

El deporte tiene un poder significativo. Convoca a comunidades enteras, dinamiza el comercio, moviliza inversión y proyecta al país en el mundo. En cada campeonato, en cada competencia, hay cientos de trabajadores del turismo —hoteleros, guías, transportistas, restaurantes, agencias— que participan activamente en la experiencia del visitante. El impacto económico es tangible: el gasto promedio de un turista deportivo suele ser superior al de un turista tradicional, y su estadía, más prolongada.

Basta mirar la experiencia de España, donde el turismo deportivo se ha convertido en una de las principales motivaciones de viaje. Gracias a una política pública coherente, ese país logró transformar su geografía y su calendario deportivo en un verdadero circuito turístico que opera todo el año. Hoy, torneos de tenis, maratones, ciclismo o fútbol generan millones de visitantes y aportan significativamente al PIB. Chile tiene las condiciones para avanzar en esa dirección, combinando deporte, naturaleza y cultura en una propuesta atractiva y sostenible.

Además, este tipo de turismo contribuye a desestacionalizar la demanda y a diversificar los destinos. No se concentra solo en Santiago ni en la temporada alta. Un rally en el norte, una regata en los lagos del sur o un triatlón en la costa pueden convocar visitantes en meses tradicionalmente más bajos, beneficiando a las comunidades locales y reduciendo la dependencia de pocos polos turísticos. Cada región de Chile tiene potencial para construir su propia identidad deportiva, desde el surf en Pichilemu hasta el esquí en la Araucanía o el trail running en la Patagonia.

El desafío es construir una estrategia de largo plazo que articule deporte, turismo, inversión y sostenibilidad. Ello requiere coordinación público-privada, planificación territorial y promoción internacional coherente. No se trata solo de traer un evento, sino de dejar capacidad instalada y aprovechar el impulso para seguir creciendo.

El turismo deportivo no es una aspiración, es una oportunidad concreta para generar empleo, fortalecer regiones y posicionar a Chile como un país capaz de organizar eventos de nivel mundial. Tenemos la geografía, la experiencia y, sobre todo, el talento para hacerlo.

El deporte inspira, une y moviliza. El turismo transforma, conecta y genera desarrollo. Cuando ambos convergen, el resultado es una ecuación virtuosa que impulsa al país hacia un futuro más dinámico, inclusivo y sostenible. Chile ya dio pasos importantes. Ahora el desafío es mantener el impulso y consolidar el turismo deportivo como un verdadero motor de progreso nacional.