La herencia vitivinícola de Chile es uno de los tesoros más valiosos del patrimonio gastronómico de nuestro país. Viña Santa Catalina, enclavada en un privilegiado sector del Valle del Maipo, en las faldas del cerro Santa Rita, es el testimonio vivo de una tradición viñatera que incluso en los momentos más difíciles se negó a sucumbir.
Fundada en 1922 por Lorenzo Reus, Santa Catalina fue una de las principales viñas de nuestro país. En los años cincuenta fue uno de los principales productores de vino y llegó a ser la empresa que más impuestos pagaba en Chile. La muerte de su fundador y los posteriores vaivenes económicos del país la golpearon fuerte, pero determinada, logró sobrevivir y poco a poco fue adaptándose a los interminables desafíos que presenta la industria del vino.
Hoy, en manos de la cuarta generación de la familia, Santa Catalina ha vuelto a encontrar su identidad y emprende un camino donde el foco está puesto en la calidad de los vinos y ya no en la cantidad. En entrevista con Chef&Hotel, Raimundo Urzúa, gerente general, junto a su hijo, Santiago Urzúa, bisnieto de Lorenzo Reus y enólogo jefe de la viña, nos cuentan acerca de esta nueva etapa que vive Santa Catalina, a 102 años de su fundación.
“Estamos combinando la antigua y la nueva escuela en la forma de hacer vinos. De manera paulatina hemos ido implementando cambios importantes en nuestra gestión y en la producción para asumir los nuevos desafíos que requiere el mercado”, cuenta Raimundo Urzúa.
El gerente general de Santa Catalina lleva más de 30 años ejerciendo ese mismo cargo. Durante su gestión se realizaron las diferentes transformaciones que hoy proyectan el rumbo de la empresa. Se adquirieron viñedos en Alto Jahuel y se expandieron las exportaciones hacia China y otros destinos en Sudamérica.

Sin embargo, si observamos el presente de Santa Catalina y el nuevo rumbo que está tomando, la figura de su hijo Santiago, enólogo jefe de la viña, se vuelve fundamental. Luego de pasar años perfeccionando su arte en prestigiosas bodegas de Francia (Château Angelus), Estados Unidos (Alpha Omega), España, Alemania y Nueva Zelanda volvió a Chile para aportar con los conocimientos técnicos que adquirió y así mejorar el proceso de producción de sus vinos.
Fundada en 1922 por Lorenzo Reus, Santa Catalina fue una de las principales viñas de nuestro país. En los años cincuenta fue uno de los principales productores de vino y llegó a ser la empresa que más impuestos pagaba en Chile.
Raimundo y Santiago lideran hoy la transformación de una viña que mantiene intacto su espíritu familiar. Viña Santa Catalina pasó de ser una de las más grandes del país a estar casi quebrada y ahora desde algunos años que se embarcó en esta nueva etapa, en la que busca posicionarse como una viña boutique familiar enfocada en la producción de vinos premium.
“Nuestro concepto cambió. Hoy ya no somos una viña que vende volumen y por lo mismo nuestro vino apunta a la calidad. Somos una viña familiar, de tradición y estamos muy contentos de seguir construyendo este nuevo camino”, explica Santiago.
Con más de 45 años de antigüedad, los viñedos de Santa Catalina producen variedades emblemáticas como cabernet sauvignon, carmenere, merlot, syrah, petit verdot, sauvignon blanc y chardonnay.
Santiago cuenta que los vinos que hacen están pensados para acompañar platos de carnes, pescados o quesos, ya que se caracterizan por su estructura y taninos firmes. En todos sus vinos utilizan barricas de roble francés con diferentes niveles de tostado, que les permite desarrollar perfiles aromáticos que incluyen la vainilla, el tabaco, el chocolate negro y otras especias, ideal para acompañar con un rico picoteo (desde variedad de quesos y jamones a platos de carne como cordero, lomo vetado, entre otros. Para sus vinos de alta gama las barricas que utilizan son de primer uso y 1922, su vino ícono, pasa 28 a 36 meses en ella antes de ser embotellado.

ADAPTÁNDOSE A LAS NUEVAS TENDENCIAS
La industria viñatera atraviesa constantemente nuevos desafíos y transformaciones. Desde la perspectiva de Santiago Urzúa, los grandes cambios que se están viendo en las tendencias de consumo se deben a que el cliente se ha vuelto más exigente y está cada vez más informado. Para él, como enólogo –con experiencia internacional– de una viña boutique, esta es una oportunidad única para destacar por sobre los grandes productores de vino ofreciendo un producto de alta calidad.
Raimundo Urzúa también nos entrega su opinión al respecto. “Hoy la gente sabe mucho más de vinos. Va a ferias, investiga, aprende. Antes se podía vender vino en garrafa aunque no tuviera tan buena calidad, pero hoy el cliente busca perfiles aromáticos, cuerpo, volumen y estructura. Esto obliga a las viñas a replantear sus estrategias”.
Sin embargo, si observamos el presente de Santa Catalina y el nuevo rumbo que está tomando, la figura de su hijo Santiago, enólogo jefe de la viña, se vuelve fundamental. Luego de pasar años perfeccionando su arte en prestigiosas bodegas de Francia (Château Angelus), Estados Unidos (Alpha Omega), España, Alemania y Nueva Zelanda volvió a Chile para aportar con los conocimientos técnicos que adquirió y así mejorar el proceso de producción de sus vinos.
Para Santa Catalina, estos cambios han impulsado desde hace años un giro hacia la producción de vinos de alta calidad, donde los detalles en la vendimia, vinificación e incluso en la comercialización cobran una importancia mucho mayor.
“Nosotros hacemos la recolección de las uvas de forma manual porque la máquina maltrata la parra y las uvas llegan hechas jugo. Esto además de afectar la calidad del vino, daña mucho la planta y eso es justamente lo que no queremos que ocurra”, explica Santiago, enfatizando la importancia de llevar a cabo este tipo de laboriosos procesos para garantizar que los racimos recolectados cumplan los exigentes estándares que ellos mismos se han impuesto.
Otro cambio que han implementado en su proceso de vinificación tiene que ver con la guarda. Santiago cuenta que han adaptado sus procesos enológicos para ofrecer vinos de buena calidad en un menor tiempo que antes. “En la antigua escuela se creía que mientras más años de guarda tuviera un vino era mejor. Hoy esto ha evolucionado. Con las nuevas tecnologías disponibles, el vino necesita un tiempo de guarda tanto en barrica como en botella. Nosotros una vez envasado el vino, lo guardamos por al menos 6 meses en botella antes de ser comercializado”. Relata el enólogo. “Nuestros vinos hoy están listos para ser disfrutados apenas salen al mercado, sin sacrificar calidad”, agrega.
En los últimos años, Santa Catalina ha sabido leer los cambios en los hábitos de consumo y ha adaptado sus procesos de vinificación y propuesta de valor de manera acorde. Han ido ampliando su presencia en el canal HORECA ya que sus vinos no apuntan a las grandes cadenas de distribución. Además, a través de los tours que están realizando en su viña, han permitido a los visitantes acercarse y conectar con sus vinos de manera más íntima y directamente desde el lugar donde se producen. Viñas como Santa Catalina, con una propuesta honesta y construida sobre una tradición centenaria, seguirán ganando terreno. Su capacidad para ofrecer vinos con características únicas y las personalizadas experiencias enoturísticas que atraen cada vez más al público local, son los dos grandes elementos que cimentan este nuevo camino.
Con más de 45 años de antigüedad, los viñedos de Santa Catalina producen variedades emblemáticas como cabernet sauvignon, carmenere, merlot, syrah, petit verdot, sauvignon blanc y chardonnay.
UNA AUTÉNTICA EXPERIENCIA ENOTURÍSTICA
Por su cercanía con Santiago, el valle del Maipo suele recibir miles de visitantes extranjeros en busca de experiencias enoturísticas. La Viña Santa Catalina tiene una ubicación privilegiada dentro de este valle y a solo 35 minutos en auto de Santiago, lo que la convierte en un lugar ideal para aprender más de vinos o de la historia de la viticultura en nuestro país.
Las visitas enoturísticas de la Viña Santa Catalina permiten conocer de cerca el proceso de elaboración del vino, desde los viñedos hasta el trabajo en la bodega. La visita es realizada por el jefe de bodega de la viña, que lleva más de 45 años trabajando en la producción de vinos.
El tour incluye una visita por los viñedos donde se explican las técnicas de cultivo y de cuidado de las parras. Luego continúa en la bodega, donde pueden conocer de cerca el proceso de vinificación e incluso participar del proceso de etiquetado. La visita culmina con una degustación de vinos que es acompañada de un picoteo o bien de un asado tipo buffet para quienes busquen una experiencia más exclusiva.
Santiago Urzúa cree que el gran elemento diferenciador de las visitas que ellos ofrecen tiene que ver con el manejo de los tiempos y la hospitalidad. «Al ser una viña familiar, somos flexibles con el tema de los tiempos», explica Santiago. «El tour se supone que dura una hora y cuarto, pero es común que se extienda hasta dos horas. Si los visitantes desean quedarse más tiempo, son bienvenidos. Ofrecemos una experiencia entretenida de aprendizaje, donde podrán apreciar la calidad de nuestros vinos Santa Catalina”.
Para completar esta experiencia, Viña Santa Catalina está en proceso de crear un museo conmemorativo de sus cien años de historia, el cual esperan tener listo a finales de este año. Este nuevo espacio permitirá a los visitantes conocer más a fondo la historia de la viña y su evolución a lo largo del tiempo.
Viña Santa Catalina
- El Arpa 119, Alto Jahuel, Buin
- Teléfono: +562 2578 9000
- Horario: lunes a viernes de 09:00 a 18:30 horas, sábado de 09:30 a 18:00 hrs. y domingo de 09:00 a 14:00 hrs.
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