Vivimos en una era de desarrollo tecnológico sin precedentes, acostumbrándonos a una sociedad en la que muchas actividades humanas especializadas puedan ser ejecutadas sin problema alguno por robots. Pero,
¿puede esto impactar también el rubro del té?
Mucho se debate sobre la calidad del té producido a partir de cosechas mecanizadas, existiendo en general un consenso respecto de que su perfil organoléptico es de menor riqueza sensorial que el del té de cosecha manual, debido a la falta de precisión en la recolección. Después de todo, sólo un ser humano sabe reconocer con exactitud las hojas que deben ser recogidas para generar un té excepcional.
Sin embargo, una vez más la realidad desafía a la ficción y actualmente un robot desarrollado en conjunto por diversos centros académicos chinos en Zhejiang (entre ellos, la Zhejiang Sci-Tech University) ha sido puesto a prueba en terreno para la recolección nada más y nada menos que del famoso Longjing (o Lung Ching). Este té verde originario de China se conoce también bajo el nombre de “té del pozo del dragón” y es uno de los exponentes más famosos del país, por su perfil elegante y delicado. Es también conocido por su característica forma aplanada y un estricto estándar de cosecha: un pequeño brote y una o dos hojas subsiguientes.
Si bien es cierto que la introducción de la mecanización del proceso de cosecha de té masivo data de 1930, esta automatización hasta ahora solamente permitía realizar una siega indiscriminada de hojas y ramas de Camellia Sinensis, en la modalidad de corte rasante. Y, a pesar de que con el paso de los años la maquinaria ha sido adaptada para adquirir mayor precisión en las zonas a podar, dichas modificaciones en ningún caso han permitido replicar el famoso estándar de brote más una o dos hojas que caracteriza a las cosechas de té de alta calidad.
Por tal razón, la idea de que un robot pueda replicar esta tarea es realmente sorprendente, debido al alto nivel de precisión requerido en la ejecución. Pero no se trata de cualquier tipo de robot, sino de uno dotado de inteligencia artificial, que puede estudiar las imágenes que capta y procesarlas para identificar patrones. Según sus creadores, su precisión de reconocimiento de hojas y brotes llega actualmente al 86%, mostrando un desempeño bastante eficiente en comparación con un ser humano.
Y qué mejor demostración que la cosecha de Longjing previa al festival de Qingming, fiesta tradicional china que este año tuvo lugar el día 05 de abril. La cosecha de Longjing anterior a dicho festival (pre-Quingming) es particularmente relevante porque las hojas de té cosechadas luego del período de dormancia invernal producen un té muy aromático y de alta calidad. Sin embargo, desde hace
algunos años esta celebración ha estado marcada por el descenso del número de cosechadores de té.
En palabras de los creadores de este robot inteligente, el perfeccionamiento de este tipo de tecnología podría contribuir a resolver el problema de la falta de nuevas generaciones de cosechadores de té en China. En efecto, el país enfrenta una paulatina escasez de mano de obra joven, pues este segmento prefiere trabajos tradicionales y estables frente a un rubro que es estacional e implica períodos de gran esfuerzo físico.
Como atenta espectadora del desarrollo de la inteligencia artificial, confieso que no me había imaginado que podía aplicarse al rubro del té de esta manera. Y, por otra parte, reflexiono sobre los paradigmas que se van construyendo en torno a ella. Hasta ahora había pensado que su amenaza de las posiciones laborales humanas era categórica. Pero en esta situación veo que está llenando un vacío de mano de obra y podría eventualmente permitir preservar una tradición amenazada por una reestructuración del empleo que proviene de causas totalmente ajenas a ella.
Una vez más el rubro del té no deja de sorprender y nos muestra que su evolución es un claro reflejo de los avances y cambios de la humanidad. Quizás llegue más temprano que tarde el día en que al beber una taza de Longjing ya no piense en las manos cosechadoras, sino en el corte recolector perfecto de aquel robot aventurero que se desplaza por los campos de Zhejiang