Una de las grandes tendencias en el mundo es el crecimiento en el número de personas interesadas en causas relacionadas con la naturaleza y la ecología. Conocer el origen de los productos, quiénes son los productores y, sobre todo, qué precauciones se toman durante la producción agrícola son los datos que más interesan a los consumidores.
De todos modos, ya existe una percepción muy clara entre los productores que el cambio climático es una realidad. La impresionante secuencia del fenómeno de La Niña es una fuerte evidencia de estos cambios, afectando la producción agrícola.
En este ambiente, hace algunos años, se inició la discusión sobre la mejor manera de realizar grandes plantaciones mediante la adopción de prácticas conocidas como Agricultura Regenerativa. A pesar de que el nombre se presenta como algo nuevo, en realidad se trata de prácticas ancestrales de buena convivencia entre el hombre y la naturaleza, junto con una agricultura perfectamente integrada.
El monocultivo, sistema que caracteriza a los grandes cultivos como los cereales, el maíz, el trigo y la soja, elimina, primero, toda la vegetación nativa, promoviendo una “limpieza total” y luego la siembra, creando un paisaje monocromático.
El uso intensivo de plaguicidas acabó también por transformar la fauna original, provocando la migración de muchos animales a otros lugares, cuando no se producía su extinción local. Cada vez que hay esta exageración, todo el delicado equilibrio ecológico puede perderse por completo.
Uno de los seres más importantes para la vida vegetal son las abejas.
Las abejas juegan un papel importante en la naturaleza como grandes propagadoras de especies vegetales con su labor de polinización. Incluso en especies que tienen la capacidad de hacer su auto fecundación, es decir, que pueden prescindir de la ayuda de las abejas y el viento, que es el principal sistema para la polinización del trigo, contar con más colaboradores ha arrojado resultados interesantes.
En el caso del café, las especies principales tienen características diferentes: las plantas de Coffea arabica se autofertilizan, mientras que las plantas de Coffea canephora se cruzan. A pesar de la aparente desventaja de tener la mitad de los cromosomas en comparación con el arábica, las plantas de canephora muestran una cantidad impresionante de variantes debido al tipo de fertilización.
Sin embargo, el cambio climático ha tenido diferentes efectos, principalmente en relación con el régimen de lluvias, que es mucho más escasa cuando debería ser abundante o demasiado intensa cuando debería ser menor. El número de inundaciones se ha multiplicado en los últimos años en algunas regiones del mundo, mientras que otras han comenzado a experimentar climas casi desérticos.
Las regiones cafetaleras de Brasil, por ejemplo, en la cosecha 2020/2021 tuvieron grandes adversidades climáticas, desde sequía combinada con altas temperaturas durante la floración, lo que perjudicó fuertemente la producción de café.
Los cafetales arábica no podían fertilizar porque las altas temperaturas hacían inviable el proceso. Sin embargo, en algunas fincas que utilizan abejas para ayudar con la fertilización, los resultados fueron sorprendentes, manteniendo una buena producción. Estos resultados llamaron la atención de los investigadores, ya que se puede estar abriendo una nueva perspectiva para el cultivo del café.
Es evidente que se necesitan más experimentos y más datos recopilados para consolidar estos resultados, sin embargo, es claro que la consistencia que se ve en las pruebas establece la importancia de una mayor integración con los “trabajadores de la naturaleza”.
Esta es, sin duda, una llamada que no puede ser ignorada.