Turismofobia, tan lejos, tan cerca

Turismofobia, tan lejos, tan cerca

Periodista y Socia-Fundadora de Traslación.
Ex Asesora de Gabinete de la Subsecretaría de Turismo, a cargo de la vinculación regional e interministerial.

Hace algún tiempo que los habitantes de ciudades turísticas, principalmente europeas, han empezado a mostrarse poco amigables con los turistas. La llamada turismofobia es ese fenómeno que podríamos describir como el rechazo o sentimiento negativo que algunas personas o comunidades experimentan hacia el turismo y sus efectos. Aunque el turismo trae beneficios económicos, su crecimiento desmedido en ciertas áreas ha generado problemas que afectan tanto a los habitantes locales como al medioambiente.

Es así como la turismofobia es cada día más recurrente en lugares como Barcelona, Venecia y Ámsterdam donde ha habido protestas para expresar el descontento.  La pregunta que valdría la pena hacerse, es cuán lejos o cerca está Chile de experimentar situaciones de este tipo.

A simple vista, un país como el nuestro dentro del concierto mundial, está muy lejos todavía de estar saturado de turistas y es justamente porque estamos en pleno desarrollo de nuestro turismo es que tiene sentido tocar el tema ahora y no cuando tengamos el problema encima. Además, si bien nuestra realidad actual apunta a destinar esfuerzos por buscar atraer más turistas, lo cierto es que existen ciertos destinos que en temporada alta son invivibles para los residentes, como son algunos lugares del sur o de la costa de la zona central.

Es justamente la masificación, una de las principales causas del problema. En destinos populares la llegada masiva de turistas sobrecarga la infraestructura y servicios locales, como el transporte, la recolección de basura y el suministro de agua.

Uno de los elementos que más está influyendo en la turismofobia a nivel mundial es la gentrificación, es decir, cuando personas de mayor poder adquisitivo terminan desplazando a las de uno menor debido a la popularidad de un lugar. El aumento de la demanda turística puede disparar los precios de bienes raíces y arriendos, lo que termina prácticamente echando de su espacio habitual a los residentes locales y transformando barrios tradicionales en zonas dedicadas al turismo. Esto último, también relacionado a la proliferación de alojamientos turísticos en Airbnb que beneficia a los turistas, pero sube los precios de vivienda a los locales.

Los impactos en el medioambiente por el exceso de basura, el deterioro de áreas de naturaleza y la contaminación son otra causa que genera molestia.

Por eso algunos lugares turísticos han generado medidas como campañas de concientización, impuestos a los visitantes para generar compensaciones, planes para romper estacionalidad  y límites a la capacidad de carga.

Si en Chile quisiéramos adelantarnos a la saturación de destinos y la turismofobia, una buena planificación territorial ayudaría a eso, cosa que pocas veces sucede.  En general llega el turismo y en buen chileno, ahí vamos viendo.

También la diversificación de experiencias es una buena forma de generar un turismo de mayor gasto y menos volumen, incluso en los alrededores de un destino consolidado. El uso de tecnología puede ayudar bastante. Por ejemplo, una app que determine qué lugar está con menos personas para que el visitante se mueva hacia allá o contar con observatorios turísticos con Big data.

Nuestra recién estrenada nueva estrategia nacional de turismo sostenible apunta a lograr un balance entre los factores económicos, sociales y ambientales, pero es importante que se traduzca en acciones donde no se pierda de vista a los residentes habituales del destino. Finalmente un equilibrio entre la comunidad local, el medioambiente y la economía del turismo es el mejor antídoto ante una eventual turismofobia.