El sector turístico en Chile ha evolucionado con el tiempo, pasando de ser un destino principalmente atractivo para los buscadores de aventuras y los amantes de la naturaleza a un mercado variado que atiende a diversos intereses. La mejora de la accesibilidad, el desarrollo de infraestructuras y las campañas de marketing efectivas han contribuido al crecimiento constante de la industria. Además, el turismo nacional ha prosperado debido al aumento de los ingresos disponibles y una clase media en crecimiento. De esta forma, hoy esta industria juega un papel crucial en nuestra economía, contribuyendo significativamente al PIB, estimulando el emprendimiento, y generando empleos en hoteles, restaurantes y agencias de operadores turísticos, entre muchas otras áreas.
Potenciar y proteger las características de la “marca Chile”, promover la sustentabilidad y garantizar la seguridad de quienes nos visitan, no solo trae ganancias a las empresas relacionadas con el turismo, sino que produce beneficios para todos los chilenos y chilenas. Además, la expansión y diversificación de la oferta turística ha impactado positivamente a las comunidades locales, especialmente en áreas rurales y remotas.
Las impresionantes maravillas naturales del país como el Desierto de Atacama y el Parque Nacional Torres del Paine, han captado la atención de los viajeros internacionales. Sin embargo, luego de años de inversión en posicionamiento mundial como destino de alto estándar y calidad, es hora de mirar hacia las regiones. Promover el turismo en zonas menos conocidas crea oportunidades de trabajo y fomenta el emprendimiento en regiones que no se consideraban como destinos habituales.
A través de campañas específicas, se puede dar a conocer la variedad de destinos que Chile ofrece, poniendo énfasis en experiencias únicas y auténticas. Es esencial involucrar a las comunidades locales en el proceso de diversificación, asegurando que el turismo se desarrolle de manera respetuosa y con ganancias para todos. Ésta es una estrategia que, implementada adecuadamente, puede traer beneficios tanto a nivel medioambiental como económico y cultural. Para lograrlo es fundamental mejorar las conexiones y la infraestructura de las zonas menos exploradas. Esto incluye no solo transporte, sino también hospedaje y servicios.
En un mundo donde la experiencia auténtica es cada vez más valorada, Chile tiene la oportunidad de destacar no solo por sus paisajes, sino que también por su gente e historia. Nuestro país posee además una rica herencia cultural que va más allá de los destinos habituales: desde las tradiciones de los pueblos originarios en el Norte Grande, pasando por las viñas centenarias del Valle Central, hasta las fiestas costumbristas del sur.
Reducir la presión sobre las zonas más concurridas al desviar turistas a otros destinos podría ser vital para la preservación a largo plazo, además, ayuda a redistribuir los ingresos provenientes del turismo.
En esa línea, la promoción de Chile como destino debe estar alineada con las tendencias mundiales que demandan experiencias transformadoras, únicas y auténticas. Nuestro país ofrece esa oportunidad de experimentar un viaje hecho a la medida y llegar a conectarse con entornos únicos y ser recibida en forma cordial y eficiente por un personal cada vez mejor preparado para recibir a los visitantes.
La buena noticia es que el impulso del turismo de regiones no solo se ha producido gracias al interés de los viajeros extranjeros, sino que también ha sido impulsado por los propios chilenos, los que, crecientemente valoran el viajar por su país y descubrir lugares nuevos.