“Tengo un italiano de visita en Chile, ¿Qué restaurante me recomiendas? Esta situación muchas veces me sucede y mi respuesta siempre es la misma: “Lógico que lo debes llevar a un restaurante de cocina chilena”. Extrañamente el que pasa por anfitrión me determina, “pensaba llevarlo a un restaurante italiano o a uno peruano” y la alternativa chilena, creo que no está en la tercera opción y aseguraría que ni ha sido pensada.
¿Cuál es la razón para que suceda esta situación?, la primera, es que nos obligamos a ser tan buenos anfitriones y queremos tanto al forastero, que es inminente hacerlo sentir como en casa, erróneamente llevándolo a un restaurant del país de origen de nuestro invitado, mi pensar es, ustedes creen que van a comer en Chile comida italiana como en su casa o su tierra, eso es casi imposible. La segunda opción es llevarlo a comer comida peruana, la respuesta es fácil, hay tantos restaurantes peruanos en Chile, que es la elección más sencilla. Ahora bien, cuál es la razón de no elegir o no pensar –más triste aún- en un restaurante chileno, me vienen a la mente muchas respuestas, vergüenza, sentir que la cocina chilena no es rica, no es digna de mostrarla, poca oferta de restaurantes chilenos en comparación a otros, menor aún es la oferta de restaurantes de cocina chilena de mantel largo, pero afortunadamente hay uno que hace muy bien las cosas y sin pretensión mostrando a Chile en gloria y majestad.
Me refiero a Malakita, el restaurant del hotel Wyndham Santiago en Lo Barnechea, ex Petra del Radisson, que hoy está a cargo de la concesión, su propietario y chef Claudio Úbeda, este mes me tocó ir dos veces a probar sus platos y de verdad logra la maestría culinaria con nuestros sabores. Claudio Úbeda pone en valor a nuestra cocina, lo más meritorio de él es su respeto por nuestras raíces culinarias anteponiéndose al ego que posee todo cocinero. Gracias a esto no oculta sabores, presentaciones, deja en sí la esencia de la comida chilena, siempre ha cocinado bien, sabroso y depurado en la receta original y tradicional, poco la interviene, sino la enaltece con pequeños tintes sabios de sabor como coronar un cebiche raspado chileno de corvina con huevos de salmón, ahumar un pollo, rememorar los erizos al cajón en pan frito, hacer un chupe de locos con poco pan, mucho loco y gran sabor en todo. Tiene sopaipillas, panes amasados, dobladitas, tortillas de rescoldo, carbonadas con huevo pochado, helados de chancaca, ciruelas al vino tinto con yoghurt de pajaritos y así puedo seguir con un buen listado de recuerdos culinarios chilenos. Quien me lee debe creer que no solo alimentará a su extranjero comensal, sino lo hará pasar la mejor experiencia comiendo sabores de nuestro Chile.
Ahora bien, Claudio no es el único en hacer bien las cosas, Ana María Restaurant con la mano de su dueña y cocinera junto a su hijo Agustín Romero, también lo hacen lindo y rico, con sabor, carnes de caza, pescados, mariscos y una cocina más rustica, con presentación simple y bien hecha.
En virtud de no aburrir podría hablar de unos cinco o máximo 10 locales nacionales más, si me tocara hablar de restaurantes peruanos llenaría páginas y páginas de esta revista. Amo Perú, su cocina y su gente y no hay nada contra ellos, sino me voy en contra de mis compatriotas, porque no es posible que solo cuando un chileno quiera salir a comer, la opción de cocina chilena estará en la ultima de la lista.