Los primeros restaurantes fueron creados para restaurar la energía de sus comensales y con un plato de comida cada uno de sus visitantes salían con “la guatita llena y el corazón contento”, pero créanme que más de alguno no salió así y la recomendación de desprestigio o decir no entre ahí, fue por medio del antiguo pero eficiente “boca a boca”, como es hasta hoy que por bien o por mal esta técnica es la mejor. Gracias a esto se convierte uno en un buen “Recomendador” de lugares, dando una buena o mala crítica.
Quizás con esta antigua premisa comenzaron los críticos de restaurantes y de locales de restauración, los que tras evolución e historia se convirtieron en críticos gastronómicos, en su mayoría e inicios eran o son todavía periodistas amantes del buen comer y beber, al tener la posibilidad de escribir en un medio, fueron plasmando sus andanzas sabrosas en varias páginas de diarios, revistas y hoy ya la mayoría ha tornado a lo digital, por medio de plataformas como diarios, revistas, blog, páginas virtuales gastronómicas y/o panoramas.
La sabiduría de un verdadero crítico gastronómico o que se jacte y se respete entre sus pares, por cocineros y en el medio como tal, es una persona que ha comido y bebido mucho, no abundante, sino variado, desde un simple sandwich hasta el mejor banquete ofrecido en el mejor lugar de una capital o de un país. La historia sabrosa mantiene vivos a varios críticos, de los que se cuentan que muchos con sus propios medios visitaron centenares de restaurantes y locales, viajaron comiendo, engulléndose el mundo, se endeudaron, vendieron propiedades, dejaron sus profesiones de diplomas y títulos, por este noble y enriquecedor oficio, la gran mayoría pagó las cuentas en silencio, otros quizás fueron la excepción, pero siempre salió escrito y plasmado con profesionalismo el comentario de su experiencia en los medios a los que trabajaban, era tal el poder de ese o esa crítica que al día siguiente o el fin de semana próximo podrían esos restaurantes llenarse como también bajar considerablemente la clientela por los comentarios plasmados con tinta y papel.
Esto se llama respeto por lo que se realiza con pasión, no sólo es comer y escribir. Un crítico gastronómico ¿Sólo come y bebe?, también lee, degusta, cata, estudia, viaja, investiga, conoce, deja atrás los prejuicios sociales y culturales de cada país, siempre debe estar en posición de ignorante, alerta, así podrá empaparse de lo que se le presenta en un plato y/o una copa, para después emanar desde su pluma la mejor definición de un sentir. Describir sabores, aromas, texturas y lo que se siente al llevar un bocado o un sorbo a la boca, no es tarea fácil, para eso también se estudia y se ejercita. Quizás más de un crítico que lea esta columna dirá, pensar que cuando escribí mis primeras opiniones no tenía todas las herramientas lingüísticas y memoria del sabor, para definir lo que estaba probando. Hoy en el presente la pluma ha cambiado para dar una mejor impresión y cautivar al lector a visitar o disuadir al posible lector que se convertirá en cliente de ese lugar.
En los últimos años la labor de crítico está complicada, ya pasaron esos años de gloria en donde todo lo que escribían, era recibido de la mejor forma y los comensales iban y visitaban el lugar comentado. Como todo cambia, hace ya un tiempo han aparecido en forma exponencial, no organizada ni menos congregados, un grupo de personajes que se jactan de ser “Influencers”, odio los anglicismos y prefiero traducirlo a nuestro nutrido idioma, un “influyente culinario” es una persona joven que maneja a la perfección su teléfono móvil, aplicaciones de edición, grabación, audio y todas las herramientas audiovisuales para registrar un video en vivo y así tener un lindo material como testimonio de su experiencia a la hora de sentarse en una mesa a comer. Luego ese material será subido a redes sociales o páginas que congregan este tipo de trabajos sabrosos.
Como de un tiempo a esta parte, ellos abundan, diré que sin seguirlos en sus cuentas, me aparecen varias veces en mi navegar por redes sociales, ahí con mi obsesión de cocinero, si veo comida ¡Me detengo!, empiezo a revisar y escuchar su relato, de resultado escueto, breve, impreciso, como buena generación débil y de cristal jamás se arriesgarán a decir algún detalle o algo malo, solo manifiestan, “Fui a tal lugar, pedimos una variedad de productos, dando sus nombres -si fuesen traducidos al inglés más “me gustan” tendrán-, para luego de probarlos, sus expresiones técnicas y estudiadas por años (léase irónicamente) serán que el lugar era increíble, que el plato era rico y que fue una experiencia espectacular”.
¿Qué nos pasa?, lo superfluo sin fundamento no puede ser prioridad en todo, volvamos a leer a los críticos gastronómicos, volvamos a invitarlos a nuestros cambios de carta, eventos, inauguraciones y cualquier actividad que se jacte gastronómica y necesite ponerla en valor por parte de personas que saben del sabor.