La semana pasada participé en la tercera edición del Festival Reino Fungi, celebrado cada mayo en Pucón, región de La Araucanía. Tres días de un intenso programa de charlas, exposiciones de arte, salidas a terreno, mercadito de productores locales, al que se le suma una red de restaurantes asociados, todo un complejo ecosistema turístico, cultural y productivo puestos a la tarea de visibilizar los atractivos de un territorio lacustre que busca articularse como un destino sustentable y atractivo todo el año.
Más de diez mil personas se han dado cita en Pucón para escuchar, aprender y reflexionar sobre esa realidad no contada de los bosques, de la virtuosa relación del arte, la ciencia y la tecnología; de la importancia de los hongos psilocibicos para la salud mental; de nuestra condición de país fungi y de las posibilidades del turismo en torno a ellos. Pocos egos y mucha naturalidad para hablar de lo que nunca se habla y resulta prioritario: acercar la naturaleza y el paisaje a todos, educar en biodiversidad y consciencia ambiental, incluir a las infancias y familias en el hecho ambiental, alimentario y científico; reivindicar la ruralidad, poner en valor el territorio, la identidad y autenticidad de la experiencia turística, y cambiar el modelo en el eje Villarrica Pucón, transitando de un modelo de sobrecarga y sobreexplotación en verano, a uno inteligente, auténtico y creativo en el que participe de manera amable y virtuosa la comunidad local.
Diez mil personas que, durante el evento, llegaron a una ciudad en temporada baja, activándola de manera virtuosa y responsable. Una forma de turismo MICE que permite romper la norma: se aumenta la ocupación de camas; abren y facturan restaurantes y cafeterías.
El Festival Reino Fungi deja dos ideas fundamentales sobre las que pensar. La primera, expresada por Miguel Bolt, director ejecutivo del festival, planteando un evento como alternativa a la experiencia tradicional de ecoturismo, como una nueva forma de turismo basado en una economía regenerativa, a través de una gran articulación entre instituciones, privados y comunidad, a quienes activa en temporada baja para crear riqueza y valor agregado para el territorio. Dos, sobre el llamado del propio ecosistema cultural y turístico puconino, a planificar una actividad turística responsable, dotada con mayor identidad y sofisticación, con la finalidad de encauzar las acciones que desarrollen la actividad invierno y verano. Esto, para considerar a los lugareños, los beneficios y consecuencias que traería aparejado su implementación; reduciendo los inconvenientes ambientales, de capacidad de carga, de insuficiencia de servicios públicos y/o degradación del paisaje que un turismo no planificado conlleva.
Festival Reino Fungi ha contribuido poderosamente al reposicionamiento de un lugar mágico en el sur de Chile. Sus protagonistas, académicos, científicos, recolectores, artesanos, productores, restauranteros, artistas, narraron realidades del bosque, la cultura y el campo, explicando proyectos increíbles en torno a los hongos, los ecosistemas, la salud, y por qué no, el patrimonio fúngico nacional. Los espectadores aprendieron sobre nuevas realidades, tomaran nota, se inspiraron y, seguramente, utilizarán lo encontrado como fuente de reflexión. La llama del bosque, del universo fúngico y su riqueza, de eventos que permiten una nueva forma de viajar.