En la décimo quinta edición del Global Gender Gap Report 2021 del World Economic Forum, se constató, en pleno contexto de pandemia, que si bien este paréntesis en la vida y la normalidad nos ha afectado a todos, el mayor impacto lo han recibido las mujeres, en especial, respecto de su inserción en el ámbito laboral, levantando nuevos obstáculos para erigir economías y sociedades inclusivas y prósperas. Así, se indica que la emergencia sanitaria y la consecuente recesión económica incluso reabrieron brechas que parecían superadas entre hombres y mujeres.
En términos generales, según el estudio del WEF y en el que también participaron OIT, LinkedIn e Ipsos, a nivel mundial la distancia media completada hasta la paridad es de 68%, lo que implica una caída de 0,6 puntos porcentuales respecto de la versión 2020, incidido fuertemente por una disminución en el desempeño en los países grandes. La mala noticia es que a partir de esa última data disponible en la consecución de la paridad, se necesitarían 135,6 años para cerrar la brecha de género en todo el orbe. Otra historia es la que se desarrolla en la esfera política, donde el cierre de la paridad sería apenas de 22%. De ese modo, del total de 156 países, solo 26,1% de unos 35.500 escaños parlamentarios y un 22,6% de los más de 3.400 ministros en ejercicio de todo el mundo son mujeres. Y dado que a enero de este año, en 81 naciones, una mujer nunca había encabezado su Estado, se cree que serían necesarios 145,5 años para alcanzar la paridad de género en este ámbito.
En el mundo laboral, se determinó que el 5% de los empleos perdidos fue de mujeres, en el caso de los hombres, de 3,9%. Además, las mujeres vieron impactada su vida por los trabajos remunerados y los no remunerado, en una ecuación donde fue difícil conseguir el equilibrio, sobre todo, con las escuelas cerradas y escasa colaboración externa, provocando alzas en los niveles de estrés y mayor ansiedad. Incluso temor, por perder la fuente de trabajo. En especial, por las contracciones que se produjeron en diversas industrias.
Además, el estudio mundial indica -según los datos de LinkedIn-, que se evidenció un fuerte descenso en la contratación de las mujeres en posiciones de liderazgo.
En esa misma línea, en Chile, un reciente estudio de Mujeres Empresarias concluyó que la participación femenina en los directorios de las empresas en Chile llega solo al 9,4%, demostrando que no se está aprovechando el talento femenino para su crecimiento.
Una excepción podría ser la industria hotelera, donde el liderazgo femenino es alto. Sin embargo, en Chile existe solo un centenar de mujeres en cargos ejecutivos, por lo que queda mucho por hacer.
Estamos convencido que es responsabilidad del mundo público y privado impulsar acciones que permitan a más mujeres asumir cargos de mayor liderazgo, propiciando, a la vez, el balance entre la vida familiar y del trabajo, en un rubro altamente demandante. En especial, si en el último ranking mundial del WEF, Chile anotó una caída de 13 puestos en 2021, al ubicarse en la posición 70 respecto del año anterior. Un retroceso que implicará claramente menor generación de valor y de riquezas para el país.
Es prioritario flexibilizar la jornada laboral, continuar con los bonos para las empresas que contraten mujeres y aumentar las cuotas de contratación de inmigrantes. Las mujeres que provienen de otros países son un importante aporte a la hora de mejorar la calidad y calidez del servicio, porque en sus países la buena atención y el contacto cercano son partes esenciales de sus culturas.
Con más presencia femenina, aumentan también las posibilidades de que las mujeres lleguen a cargos de alta dirección. Por eso, resulta fundamental generar avances concretos de la participación laboral femenina, reducir todo tipo de brechas de género, no solo las salariales. Especialmente, las que abran la puerta a la mujer a posiciones donde la toma de decisiones es una acción cotidiana y donde desarrollar sus habilidades en demanda sea una realidad, con el fin de conseguir la equidad para todas y todos.