La complejidad de la producción en el mundo del café

La complejidad de la producción en el mundo del café

Experto en Cafés Especiales.
Ingeniero Químico especialista en Ciencia de los Alimentos y Marketing.
Juez Certificado SCAA/Asociación de Cafés Especiales de América.
Q Grader Licenciado por CQI/Instituto de Calidad del Café

El mercado del café nunca había vivido un período tan agitado de cambios en su producción como el que viene ocurriendo en los últimos años.

Protocolos de producción agrícola responsable han sido cada vez más exigidos a los países productores como forma de mitigar procesos ante cualquier impacto ambiental.

Una de las mayores discusiones se centra en el uso del Glifosato, conocido, y seguro, el herbicida más utilizado en el mundo. Inicialmente producido exclusivamente por Monsanto, después de que se perdió la patente, varias grandes empresas comenzaron a producirlo. Es un producto muy rentable!

El lado perverso es que hay estudios que demuestran que la molécula permanece en el suelo mucho tiempo después de su aplicación, contaminando el medio ambiente y, en consecuencia, haciendo, por ejemplo, que el agua sea menos saludable para el consumo.

En las últimas semanas ha habido un amplio debate sobre la restricción del uso de glifosato en los productos agrícolas adquiridos por la Unión Europea, que quiere prohibir, por ejemplo, en el cultivo de café.

La tarea no es sencilla. Casi todos los países productores de café se encuentran entre los trópicos, Capricornio y Cáncer, en la zona donde predomina el clima tropical. Se entiende por clima tropical aquel en el que las lluvias son abundantes y el calor lo es aún más, haciendo que los bosques aún conservados muestren año tras año su exuberante vegetación.

Si hay luz, calor y lluvia, la vegetación siempre se verá favorecida, incluidas las llamadas invasivas, que para los agricultores son indeseables. Esta situación se ve agravada por la creciente escasez de mano de obra, ya que los jóvenes prefieren trabajar en los centros urbanos antes que permanecer bajo el sol abrasador en actividades que requieren un gran esfuerzo físico. Por lo tanto, el uso de pesticidas como el herbicida glifosato se convierte en una alternativa importante para facilitar las cosas a los cafetaleros, incluso ante restricciones de mercado para su producto.

Lo irónico de todo es que las empresas que producen glifosato son en gran medida europeas, que prefieren que los países productores de café, todos ellos situados en regiones más pobres, utilicen sus pesticidas, pero no quieren consumir lo que pueda resultar como residuo. Es un juego cuanto menos curioso, por no decir hipócrita.

Las empresas que certifican procesos productivos, como Rain Forest Alliance, mantienen protocolos de verificación que, curiosamente, cumplen con la legislación de cada país, de ahí otra distorsión en el equilibrio de los modelos productivos. Los países considerados menos favorecidos mantienen una legislación laboral menos rigurosa que otros, lo que, como era de esperar, también se refleja en la cuestión de los residuos de pesticidas, que llegan a través de sistemas comerciales con gran capilaridad como las cooperativas.


La pregunta central es: ¿cómo podemos mantener una producción saludable y tener garantías de que lo que consumimos es seguro para nuestra salud?

La tecnología podría reducir la dependencia de la mano de obra, como ha estado sucediendo en varios sectores de la economía. Sin embargo, alentar a los productores a hacer algo mejor reconociendo un mayor valor puede ser el camino más viable.

Comprar local puede ser una buena alternativa. Saber quién produce, quién lo hace, quién trabaja.

La relación entre las personas es confianza y eso no puede ser reemplazado.