Se cierra un año y comienza un nuevo ciclo, donde el turismo tiene el imperativo de lograr este 2024 encaminarse hacia una esquiva recuperación, que no ha podido consolidarse desde que se levantaron todas las restricciones impuestas para enfrentar la pandemia.
El diagnóstico y las razones de por qué la industria turística no ha podido aún alcanzar los niveles que tenía en 2019, especialmente en turismo receptivo, ya se conocen, por lo que ahora queda trabajar en las medidas que permitan avanzar hacia la anhelada reactivación.
En esa línea, me parece que hay un tridente fundamental para que ese objetivo se pueda concretar: promoción, competitividad y alianza público-privada.
Respecto a lo primero, ya hemos señalado en múltiples instancias y en permanentes mensajes al gobierno y autoridades sectoriales, que para que el turismo pueda volver a crecer y ser el sector pujante que era previo al estallido, se requiere invertir en promocionar a Chile como destino. Y en este ámbito es clave entender que precisamente se trata de una inversión que tiene retornos y no costos para el estado.
Los bajos montos que se asignan para este ítem reflejan que el turismo no tiene aún para el Estado la relevancia que a esta altura debiese tener, sobre todo si comparamos la forma en que otros países vecinos, que son mercados de competencia directa, incentivan y promueven la actividad turística dentro y fuera de sus fronteras. Chile tiene todas las condiciones y reconocimientos para ser el hermano mayor del turismo en la región, pero aún sigue siendo el hermano del medio, porque internamente no se ha valorado adecuadamente todo el potencial que nuestro territorio puede ofrecer para desarrollar este rubro.
Y si como nación no somos conscientes de esta importancia que tiene el turismo, difícilmente podremos ser competitivos, que es la segunda condición para volver a levantar vuelo. Necesitamos relevar y poner en valor los atributos del país para atraer a más visitantes a nuestro territorio, de distintas latitudes y con diferentes intereses. Hay varias medidas acciones, incluidas la promoción internacional, que se pueden desplegar para poner a Chile en el foco de atención de los turistas internacionales, desde incentivos tributarios a innovación en los servicios turísticos que es necesario analizar y materializar.
Y finalmente está el factor colaborativo entre el sector público y privado para aunar esfuerzos que pongan las capacidades y recursos del Estado y la experiencia y conocimientos de las empresas y capital humano de la industria turística al servicio del desarrollo del turismo, complementando funciones, acciones y propuestas que nos permitan destacar y sobresalir por sobre el resto de los países de la región.
Como Federación hemos impulsado una agenda estratégica con horizonte 2025 para precisamente lograr que el turismo en Chile se ponga de pie y comience a brillar en el concierto internacional aprovechando su máximo potencial y ofreciendo al país una diversificación de su matriz productiva.