En el período de plena pandemia y confinamiento total, las formas de cómo subsistir de los establecimientos gastronómicos eran escasos y poco se sabía que se podía hacer para salir adelante, afortunadamente el hombre tiene la capacidad de reinventarse y en crisis más aún, puede generar cambios rotundos y el dicho después de la tormenta sale el sol, en estos tiempos se hace presente.
La mayoría empezó a generar el formato de ventas de sus productos con retiro desde el local, lo cual ayudó solo en cierta medida, ya que los permisos eran reducidos para cada habitante confinado y sin ser vacunado, por ende, este formato de negocio no prosperó mucho. Frente a esto, la inventiva y creatividad hizo que el delivery fuera la última y única tabla de salvación para muchos por lo que varios optaron por este medio y hasta hoy ha sido un crecimiento sostenible, para ello muchas empresas de reparto han crecido en forma exponencial y las del tipo Rappi, Uber Eat y otras son las grandes que se dedican a este negocio, dando trabajo a muchas personas, que día a día salen de sus casas en bicicletas o motos para hacer reparto. La mayoría de esos choferes son extranjeros, muchos indocumentados y lo que defino a continuación es bajo mi responsabilidad, ya que se realiza con pocos cumplimientos de la normativa laboral, hay registros e investigaciones que han salido hasta en la prensa, que se arriendan cuentas de repartidores con el fin de poder incluir a más personas en este trabajo, muchos reparten en bicicletas y andan diariamente hasta 80 kilómetros diarios, lo que es inhumano para un persona que no es un deportista profesional, muchos se alimentan mal, no se hidratan bien y menos tienen un chequeo médico antes de subirse a una bicicleta. Para validar esto, se hizo una investigación y se sacó como fuente a un ciclista olímpico chileno, demostrando que su entrenamiento diario son 50 a 60 kilómetros con una alimentación balanceada y con todos los parámetros medibles para un deportista profesional, con el fin de cumplir con los objetivos propuestos.
Que quiero determinar con esto, que el delivery aparte de ser una salvación para muchos establecimientos es la salvación para muchos trabajadores, tanto chilenos como extranjeros que habitan nuestra patria, para esto aconsejo que las propinas nunca sean negadas, es cierto que estas grandes empresas del reparto se llevan un monto considerable de la venta total, saliendo perjudicados con las utilidades, el restaurant que contrata estos repartidores a domicilio, pero no por ello también debemos perjudicar a este grupo de personas independientes que se esmeran por llevar nuestra comida lo más rápido posible a nuestras casas.
Ahora bien, si cada establecimiento pudiese otorgar servicio de delivery en forma individual, créanme que independiente a la demanda de consumo, habría una regularización más adecuada de las jornadas de trabajo, menor valor del porcentaje de comisión cobrado por cada entrega, mejor sueldo para cada chofer o colaborador y además menos carga laboral, a diferencia de lo que es hoy, una verdadera competencia descarnada, sin importar quien reparte y poniendo solo en valor la entrega a tiempo de la comida comprada con despacho a domicilio incluido.