Según relatos históricos, la actividad turística en el siglo XIX estaba marcada por la búsqueda de experiencias culturales y naturales, con un enfoque en la educación y el descubrimiento. Los viajes eran más desafiantes, pero a la vez, ofrecían a los turistas una perspectiva única y aventurera. A diferencia de los hoteles modernos, los turistas del siglo XIX a menudo se alojaban en posadas, pensiones o casas de huéspedes locales. Las comodidades eran más limitadas, y los viajeros tenían que adaptarse a condiciones menos cómodas que en sus hogares.
El turista del siglo XX experimentó una evolución significativa en comparación con el del siglo anterior, y su perfil se vio influenciado por los cambios sociales, económicos y tecnológicos. A lo largo del siglo XX, la industria hotelera experimentó un rápido crecimiento y diversificación de los tipos de alojamientos, desde hoteles de lujo hasta moteles y hostales más asequibles. La comodidad se volvió prioritaria, y la ropa de viaje se adaptó a las actividades recreativas y de ocio. Con la llegada de la tecnología, como la televisión y la radio, la gente pudo obtener información sobre destinos turísticos antes de viajar. Más tarde, con el auge de internet, la planificación de viajes se volvió más fácil y accesible, permitiendo a los turistas reservar vuelos, alojamientos y actividades en línea.
El viajero del siglo XXI, en cambio, su comportamiento de viaje está marcado por la tecnología, la sostenibilidad y la búsqueda de experiencias significativas y personalizadas. Con una mayor conciencia ambiental, el turista del siglo XXI muestra un interés creciente en el turismo sostenible. La preferencia por opciones respetuosas con el medio ambiente, la conservación de la cultura local y la contribución positiva a las comunidades anfitrionas son aspectos importantes en la toma de decisiones de viaje y servicios a contratar. A diferencia de generaciones anteriores, el turista de hoy valora las experiencias personalizadas, buscando autenticidad y actividades únicas y locales. La salud y el bienestar son aspectos fundamentales en los huéspedes de este siglo buscando alojamientos que ofrezcan opciones saludables, desde menús nutricionales hasta instalaciones de fitness y servicios de wellness.
Ahora bien, el turista post-COVID-19 busca seguridad, flexibilidad y experiencias más cercanas a casa. Además, la tecnología sin contacto, la sostenibilidad y la salud mental son aspectos fundamentales en la toma de decisiones de viaje. Entre las características principales se encuentran; la preferencia por actividades al aire libre y destinos naturales, los alojamientos y destinos que adoptan prácticas ecológicas tienen una mayor aceptación, prefieren apoyar a las comunidades locales y contribuir positivamente a los destinos que visitan. Incluso, una tendencia que se ha profundizado post pandemia en los viajeros es priorizar los intereses especiales de cada viajero para elegir el destino y el alojamiento a visitar. Tendencia totalmente contraria al turismo de masas de siglos anteriores. Según, las predicciones de viajes para el 2024 de una importante OTA a nivel mundial, se definen 7 nuevos segmentos de viajeros; los (Alter) Ego Enthusiasts (viajeros que desean repetir modelos de conducta de los lugares que visita), los Coolcationers (viajeros buscando climas más fríos debido al cambio climático), los Surrender Seekers (se rinden al elemento sorpresa, exploran el desconocido y aventurarse en territorio inexplorado en vacaciones), Culinary Excavators (Los arqueólogos alimentarios desean descubrir nuevos tesoros gastronómicos), los Reboot Retreaters (viajeros que aspiran al no retorno pronto a sus hogares), los A La Carte Affluencers (Impulsados por la crisis económicas, los viajeros emplearán trucos para ahorrar dinero para obtener algunos lujos) y los Mindful Aesthetes (realizan viajes más conscientes y respetuosos de su rol en el destino y en el mundo).
La evolución del comportamiento del turista tiene un elemento central que se ha mantenido en el tiempo de manera inalterable, la fascinación por aventurarse a descubrir una experiencia nueva en sus vidas cotidianas.