El cierre del 2024 va a ser un ciclo importante para la industria de la gastronomía, porque se va a consolidar un proceso de recuperación para esta actividad, tras casi cinco años de una profunda crisis que dejó una huella que perdurará un tiempo más.
Sin embargo, el próximo año que comenzará en unas semanas, representa un desafío y oportunidad para la industria gastronómica, porque debiese marcar una fase de expansión y crecimiento que tiene base en la consolidación de un sector que es cada vez más valorado por quienes forman parte de este, pero también de los ciudadanos y turistas nacionales e internacionales que reconocen en la gastronomía nacional una marca registrada.
Ahora, esta mayor valoración, por sí mismo, no va a implicar que el rubro de la gastronomía crezca de forma automática o por inercia. Es necesario que se cumplan varios factores para que este objetivo se logre; algunos de los cuales he abordado en columnas anteriores.
Lo principal es que la economía nacional crezca. Y en ese sentido, el nulo registro que se observó en septiembre y que impedirá alcanzar la meta de 2,6% que se había proyectado durante el año, no es un buen indicio de cara al 2025, con una inflación que sí va al alza, y que en octubre registró un incremento del 1%, lo que impacta directamente en el sector gastronómico. Si a eso se suma que la inversión tampoco logra despegar, el panorama ofrece un escenario complejo en este desafío de la industria por comenzar a expandirse el año que viene.
La seguridad y la recuperación de los espacios públicos es otro de los ámbitos en que el país debe mejorar para que el impulso de este rubro se pueda capitalizar, porque una economía estrecha y la incertidumbre que provoca los altos índices de inseguridad, golpean principalmente la demanda en una actividad muy sensible a estos vaivenes, especialmente cuando la población ha cambiado sus hábitos, lo que ha repercutido en los locales gastronómicos y sus ingresos, especialmente en el horario nocturno.
La excesiva regulación y permisología también son trabas que frenan las posibilidades de crecimiento del sector gastronómico. Si bien se están tomando medidas administrativas y legislativas para reducir los procesos de obtención de permisos, es clave que esas iniciativas avancen y se implementen con sentido de urgencia.
Así como también es fundamental que el Estado ofrezca incentivos y facilidades para la creación de más empresas en el país, y para enfrentar la creciente informalidad en el rubro gastronómico, que además de poner en riesgo la salud de las personas, representa también una competencia desigual con el comercio establecido.
Así como el país ha registrado una década perdida en materia de crecimiento económico, debemos cambiar el rumbo para evitar que el próximo decenio siga por el mismo derrotero. El país tiene todo el potencial para volver a crecer con fuerza, pero mientras no cambien las condiciones actuales y los distintos sectores políticos sean incapaces de ponerse de acuerdo en las cuestiones fundamentales para el desarrollo del país, la tarea resultará compleja. Como sector gastronómico confiamos en que exista la voluntad necesaria para hacer un punto de inflexión y Chile sea capaz de retomar el rumbo del desarrollo, donde esta industria tiene mucho que aportar.