Cafés más Hi-Fi y menos Wi-Fi

Cafés más Hi-Fi y menos Wi-Fi

Periodista especializado en café, crítico y periodista de música en prensa y revistas especializadas; editor y creador de contenido en radios y portales digitales en Chile y Reino Unido. @edmundovelosov

La fidelidad del consumidor de café a una experiencia en comunión con los sentidos siempre ha sido un punto central del deleite en torno a este brebaje milenario. Si bien la hipsterización de las Cafeterías de Especialidad trajo consigo una fuerte inversión en diseño, colorido y propuestas de atracción para los consumidores, su auge coincidió con la llegada de Instagram a mediados de la segunda década de los 2000. Esta sinergia transformó la experiencia cafetera en un espectáculo visual, donde la estética y la presentación se convirtieron en elementos clave. Sin embargo, con el tiempo, la saturación de contenido comenzó a disociar la esencia de la experiencia sensorial de su representación digital, generando un consumo flotante impulsado más por la búsqueda de una nueva postal para la galería en la red social que por la apreciación genuina del café.

En respuesta a esta superficialización de la experiencia, ha surgido una tendencia que reivindica la riqueza sensorial en su máxima expresión: los bares y cafeterías Hi-Fi. Esta corriente, que recuerda la tradición de los listening bars japoneses de los años 1950, conocidos como kissaten, busca recuperar la armonía entre el café y el sonido. En estos espacios, el ambiente no está dominado por el bullicio y la conversación estridente, sino por una atmósfera envolvente y meditativa, más cercana al Zen que a la distracción constante.

Los modernos bares y cafeterías Hi-Fi establecidos en Reino Unido, Europa y Norteamérica ofrecen a su público una experiencia auditiva premium a la par de un café excepcional. La clave de estos espacios radica en la curaduría de su colección de discos, que refleja la identidad de cada local y crea un maridaje entre música y preparaciones. Aquí, el sonido adquiere una calidez especial gracias a la pureza de su reproducción, sin opacar la riqueza del café, sino potenciándola en una sinergia única de placer sensorial.

La calidad del sonido es protagónica gracias a un cuidado montaje acústico y la puesta en funcionamiento de equipos high-end: amplificadores a tubos, cajas de precisión, tornamesas de élite y ediciones de discos especialmente pensadas para estos entornos, como los lanzamientos de Mobile Fidelity Sound Lab o Acoustic Sounds. Ejemplos de esta tendencia incluyen locales como JAZU, ubicado en el sur de Londres, que sirve café durante el día y se transforma en un bar nocturno con DJs en rotación. La idea de disfrutar música en un ambiente acogedor, con una calidad de audio que en el hogar requeriría de una inversión millonaria, refuerza el valor de la experiencia compartida en un espacio cuidadosamente diseñado.

Este renacimiento del placer analógico va de la mano con movimientos como The Offline Club, que promueve el intercambio de tiempo de pantalla por tiempo real. Con una agenda de eventos en ciudades como Ámsterdam, Barcelona, Londres, París, Dubái y Milán, este movimiento busca fomentar la conexión humana en cafeterías y otros espacios culturales. Su propuesta invita a los participantes, en su mayoría jóvenes, a dejar de lado sus dispositivos y a reconectarse con los demás, con su entorno y, lo más importante, consigo mismos. En un mundo dominado por la inmediatez digital, estos espacios representan un refugio donde la fidelidad a la experiencia sensorial vuelve a cobrar protagonismo.

Por un mundo más Hi-Fi y menos Wi-Fi.