Es verdad que estando en pleno verano se hace un poco difícil consumir nuestra taza habitual de té caliente. Sin embargo, la versatilidad de esta infusión nos permite disfrutarla también como una bebida fría. Y no hablo del siempre bienvenido Iced Tea, sino de una creación un poco más compleja y visualmente muy llamativa.
La primera vez que me encontré con el Bubble Tea o Té de Burbujas, hace ya varios años, fue en internet. Al contemplar las imágenes me pareció sumamente extraño divisar esas esferas oscuras que reposaban en el fondo de un vaso transparente lleno de té. Es de esos momentos en que la mente no puede comprender el camino que llevó a una persona a crear una preparación culinaria mezclando determinados elementos y texturas. Pero, de todas formas, tuve fe en el resultado. Tanto así, que cuando supe de una tienda capitalina que vendía esta bebida, fui de inmediato a conocerla.
Recuerdo mirar con intriga los recipientes de la vitrina llenos de bolitas de distintos colores, intriga que me acompañó durante toda la experiencia de consumo, mientras disfrutaba de un enorme vaso de té, leche y especias, muy frío, en cuyo fondo se asomaban esferas de sabor acaramelado.
El Bubble Tea, también llamado Pearl Milk Tea, Boba Tea o simplemente Boba, se prepara a partir de esferas o perlas de tapioca, que es el almidón que se extrae de la Yuca. En términos generales, dichas perlas se forman mezclando el almidón con agua para finalmente lograr una masa que se porciona en pequeñas bolitas, las que se cuecen hasta adquirir una textura suave y gomosa (otra versión lleva además azúcar morena y en otros casos se reemplaza el agua de la masa por purés de frutas para obtener perlas saborizadas). Por último, se disponen en un vaso y sobre ellas se vierte una mezcla de té que puede estar combinado tanto con leche como con jugos de frutas. Otras versiones utilizan también yogur, o incluso solamente leche en lugar de té. Se caracteriza además por beberse a través de un sorbete ancho, que permite el paso de las esferas a medida que la persona ingiere el líquido.
Para conocer el origen de esta singular bebida debemos remontarnos al Taiwán de la década de 1980. En este país, la casa de té Chun Shui Tang, ubicada en la ciudad de Taichung, se atribuye su creación. Según la historia que ha relatado su gerenta Angela Liu para el medio Taiwan Scene, el nacimiento del Boba Tea vino a solucionar un problema de abastecimiento que la empresa experimentaba durante los veranos, debido a la escasez de té oolong, de producción estacional. Sumado a ello, el calor desincentivaba en los clientes el consumo de té caliente. Fue entonces cuando su padre y fundador de la compañía, Liu Han-Chieh, tuvo una idea: en un viaje reciente a Japón había visto que el café se podía beber frío, y pensó en hacer lo mismo con el té para poder aumentar sus ventas.
Pero la innovación no quedó ahí. Buscando añadir un sello especial, pidió a sus empleados que experimentaran con la adición de diversos ingredientes. Fue una de sus trabajadores quien tuvo la idea de añadir al té con leche bolitas de tapioca, que no eran algo desconocido en el país, pues constituían en sí mismas un snack clásico. La mezcla resultante fue bautizada por la empresa como “Tapioca Tea”.
Sin embargo, y como suele suceder al pesquisar los orígenes de las creaciones culinarias, la autoría del Bubble Tea es disputada. Otra casa de té taiwanesa, Hanlin Tea Room, ubicada en la ciudad de Tainan, señala que fue su fundador -Tu Tsung-ho- quien inventó esta bebida cuando, inspirado por perlas de tapioca que vio a la venta en un mercado, decidió comprarlas para cocinarlas y mezclarlas con té y leche. El resultado le habría parecido tan bueno, que lo incorporó al menú de su negocio.
Hasta el día de hoy sigue siendo un misterio el origen específico de esta preparación, aunque al menos hay consenso general en establecer a Taiwán como su cuna. Sea como sea, a estas alturas ya ha viajado y se ha hecho parte de la cultura local de grandes ciudades del mundo y sin duda constituye una opción refrescante para hacer frente al calor del verano y, en general, para disfrutar del té en otra faceta, lúdica y moderna.