Mimetizado entre los matices marrones, amarillos y verdes del Valle del Elqui, CasaMolle recibe con la impronta de una tierra mística e invita a olvidarse de la ciudad, a conectar con los cielos y cerros que rodean las 17 hectáreas que conforman toda la superficie del hotel.
Situado en el pueblo El Molle, a 25 minutos en auto desde el aeropuerto de La Serena, el recinto dispone de 24 habitaciones diseñadas para procurar el descanso y vincularse con la historia y cultura local; en cada una se aprecian, por ejemplo, faroles hechos a mano y puertas talladas que lucen figuras de la flora y fauna local. En ese espacio privado, los huéspedes también disponen de terraza y jardín exclusivo para ellos; la ducha al aire libre es otro de los privilegios, sobre todo, cuando en este punto del planeta se goza con los cielos más prístinos del orbe.
Todo, cada detalle, invita a observar el entorno y hacerse uno con este. Los muros de CasaMolle tienen el color de la tierra dulce, material con el que los habitantes locales pintan sus construcciones; y la totora que crece junto a canales, seca y entrelazada, está presente en los techos aislando los interiores. Los ejemplos siguen: íconos de culturas precolombinas decoran los ambientes, variedad de cactus y suculentas en jardines y senderos deslumbran la vegetación propia del clima semiárido del valle, el mismo que permite ostentar un firmamento ideal para la observación astronómica.
¿Cómo surgió CasaMolle? La historia comienza en septiembre de 2017, cuando Marisol Geisse y Karim Daire hicieron de su lugar de veraneo y escapes de fin de semana un espacio para recibir invitados previa reserva. El matrimonio, de carácter acogedor, muy cercano, tomó la decisión de compartir su espacio con una idea clara: transformarlo en un lugar donde se viven experiencias. De este modo, siempre trabajando con un equipo propio y con la participación del arquitecto Aníbal Núñez, se conformó un hotel de 12 habitaciones. A medida que se advirtió el interés del público con la continua demanda, en julio de 2019, se sumaron 12 habitaciones, haciendo el total actual de 24.
Mimetizado entre los matices marrones, amarillos y verdes del Valle del Elqui, CasaMolle recibe con la impronta de una tierra mística e invita a olvidarse de la ciudad, a conectar con los cielos y cerros que rodean las 17 hectáreas que conforman toda la superficie del hotel.
Envuelto en un clima que no presenta abundancia de precipitaciones en ninguna estación, CasaMolle tiene sus puertas abiertas los 365 días del año. Esa disposición también se hace presente en el servicio que, personalizado y cercano, es capaz de hacer sentir en casa. La fórmula incluye ocuparse de conocer al huésped de modo tal que sea posible otorgar una experiencia casi a la medida. Lo dicho queda claro, por ejemplo, al momento de hacer la reserva; entonces, se pregunta por restricciones alimentarias, dato clave para la preparación del menú. Vale detenerse aquí, porque es una propuesta culinaria que busca sorprender cada día y evitar que el comensal tenga que elegir entre las opciones de una carta. ¿De qué trata aquello? El hotel trabaja con un menú único para almuerzo y cena que se compone de cinco tiempos: dos bocados, entrada, plato principal, postre y cafetería.
A cargo de José Luis Garcés, la gastronomía de CasaMolle procura que en esta apuesta se aprecie una atractiva mezcla de sabores del mundo; incluye productos de la región, del Valle del Elqui y también de la misma huerta del hotel. “Lo interesante es que el menú es sorpresa y cambia todos los días”, resalta Mauricio Peyreblanque, director ejecutivo del recinto. Añade que la esencia de esta decisión es la idea de que ir a CasaMolle sea sinónimo de relajarse y no de estar leyendo un menú: “Ahorramos al huésped al elegir un plato, pensar en qué va a comer. Va en la línea de no preocuparse de nada, ni siquiera de lo que se va a almorzar o cenar”.
Todos los días, además, los diferentes comedores del hotel –ocho en total y situados en torno a las piscinas– lucen nuevos montajes gracias al ingenio de los jefes de servicio. De esta manera, a diario, los pasajeros se sientan a comer en un lugar distinto.
Gracias a detalles como lo recién mencionado, CasaMolle intenta que sus visitantes sientan que no están en cualquier lugar. “El hotel es una experiencia en sí mismo y la gente vive aquello en la estadía”, resume Mauricio Peyreblanque.
¿Cómo surgió CasaMolle? La historia comienza en septiembre de 2017, cuando Marisol Geisse y Karim Daire hicieron de su lugar de veraneo y escapes de fin de semana un espacio para recibir invitados previa reserva. El matrimonio, de carácter acogedor, muy cercano, tomó la decisión de compartir su espacio con una idea clara: transformarlo en un lugar donde se viven experiencias.
Volviendo al menú, algunos ejemplos de lo que es posible encontrarse a la hora de almorzar o de cenar son: ostiones envueltos en tocino con salsa barbecue o portobellos confitados, ceviche de atún, palta y aloe vera de la huerta más nori crocante, filete asado con risotto de arándanos, salsa demi-glace y pimienta verde; flan parisién para el postre y merengues de menta y chocolate para acompañar un café.
Se trata de propuestas equilibradas que combinan sabores del mar y la tierra. Asimismo, hay un entretenido juego con lo agridulce y lo cítrico. Por lo demás, siempre se incluye maridaje con vinos regionales, como los de los valles del Elqui y Limarí, esto, como una manera de destacar las particularidades de la producción local, por ejemplo, en syrah y malbec.
A la hora del desayuno, la apuesta es la misma que puede encontrarse en cualquier hotel, pero se complementa con la opción de pedir a la mesa, quizás, tostadas con huevo pochado, huevos benedictinos, omelette u otra preparación.
Y todas las tardes, a partir de las cinco, el hotel dispone la hora del té con una estación que ofrece croissant de diferentes rellenos y variedad de pasteles, también bebidas calientes.
A todo lo anterior se suma la propuesta de bar: luce con variedad tragos clásicos y de autor, muchos de estos son a partir de piscos, varios artesanales; también hay un trabajo constante en cuanto a maceraciones con productos de la huerta de CasaMolle, es así como de la barra del hotel surgen originales preparaciones, caso de un tuna sour o un sour con aloe vera.
NATURALEZA Y BIENESTAR
Bajo un sistema de todo incluido, los huéspedes de CasaMolle disfrutan sus días en el hotel con diversas actividades. Pueden participar en catas a ciegas, clases de coctelería donde los insumos de los tragos los recolectan o cosechan ellos mismos en las huertas del hotel, espectáculos de música en vivo o de magia, circuitos de trekking, astro observación, cicletadas y cabalgatas. También hay clínicas de golf, clases de yoga, tai chi, meditaciones guiadas y terapias de relajación.
A cargo de José Luis Garcés, la gastronomía de CasaMolle procura que en esta apuesta se aprecie una atractiva mezcla de sabores del mundo; incluye productos de la región, del Valle del Elqui y también de la misma huerta del hotel. “Lo interesante es que el menú es sorpresa y cambia todos los días”, resalta Mauricio Peyreblanque, director ejecutivo del recinto.
Para todo lo anterior el hotel cuenta con los espacios indicados. Por ejemplo, hay sala de yoga y cancha de golf con nueve hoyos en un área donde está una de las dos lagunas del hotel; la segunda se encuentra en el circuito de cactus y ambas atraen fauna propia de la región, acogen garzas, gansos y patos, entre otros animales, al tiempo que suman valor a la experiencia del huésped.
CasaMolle también cuenta con gimnasio, seis tinajas calientes y dos piscinas al aire libre; hay una tercera que es climatizada y parte del equipamiento del spa, área donde el hotel se luce con instalaciones que incluyen seis salas de masaje para disfrutar con una variada carta de terapias, varias de estas, con productos locales; entre otros, hay masajes de relajación, descontracturante, craneofaciales, de drenaje linfático, con pindas y de piedras calientes. Todo el día el hotel está en movimiento, y es que las actividades son parte del programa para huéspedes. También están disponibles para público general, pero con reserva de day pass, modalidad en que el público se convierte en pasajero desde el mediodía hasta las cinco de la tarde.
Resultado de la variedad de opciones para relajarse y desconectar, el público que llega a CasaMolle es diverso: familias, gente que viene por el fin de semana, grupos corporativos que hacen rutinas de trabajo en equipo, parejas en escapadas románticas o en luna de miel y también adultos mayores que buscan una distracción relajada. “Generalmente son chilenos, pero eso está mutando y, cada día, estamos teniendo más extranjeros, sobre todo, gracias a los vuelos directos desde Santiago a La Serena, lo que hace o potencia a Valle del Elqui como parte del circuito turístico del norte”, resalta Mauricio Peyreblanque.
Resultado de la variedad de opciones para relajarse y desconectar, el público que llega a CasaMolle es diverso: familias, gente que viene por el fin de semana, grupos corporativos que hacen rutinas de trabajo en equipo, parejas en escapadas románticas o en luna de miel y también adultos mayores que buscan una distracción relajada.
SOSTENIBLE Y VIVO
Las huertas del hotel son parte importante de la experiencia que brinda CasaMolle. Ahí crecen las flores comestibles, las hierbas, los vegetales y los frutos que luego llegan a los platos o cócteles de los huéspedes. Dependiendo de la estación, hay tunas, tomates cherry, berenjenas, ajíes, melones, sandías, zapallos, choclos, ciruelas, higos y naranjas, entre otros. Los cultivos del hotel son trabajados por gente que viene de los alrededores, conocedores de las tierras del Elqui, una muestra de la filosofía sostenible del hotel, aspecto fundamental en el proyecto, tal como destaca Mauricio Peyreblanque. La política incluye al equipo que, en su mayoría, proviene de la Región de Coquimbo, también la calidad de Empresa B y decisiones como el uso de paneles solares. “El 85% de la energía que se consume en el hotel viene de ahí. Son 2.500 m2 llenos de paneles”, detalla el director ejecutivo.
Llegar a un espacio con tantas regalías y carácter es un gusto que también se puede disfrutar a la hora de celebrar. En CasaMolle existen dos salones de eventos, ambos muy requeridos para encuentros sociales de todo tipo, pero también para actividades corporativas. Casa de Palos, el más pequeño, es una sala para 18 personas situada junto a la cancha de golf y perfecto para fiestas privadas o reuniones de trabajo que requieran un ambiente distendido. El salón Tikai Titi, climatizado y con vistas a la cancha de golf y la huerta, tiene capacidad para 180 personas; se amplió durante 2023, dando muestra de cómo el espacio evoluciona constantemente. Ejemplos de esos cambios hay varios, caso del cactario, área que durante el año pasado también creció y pretende seguir en esa senda. Convertido en un delicado y, a la vez, potente espectáculo natural, tiene más de cien variedades y su propósito es ser el jardín de cactus de hotel más grande del mundo.
CasaMolle
Fundo la Barrica s/n, El Molle, Vicuña, CoquimboTeléfonos: +569 34592694 – +569 43763451
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