Como si se tratara de un viaje en el tiempo, hotel Casa Real instala al huésped en una atmósfera donde el ayer se hace presente. Acogedor y cómodo, de amplios pasillos, techos altos, puertas de dos hojas y ventanas protegidas con postigos, este hotel cuyo nombre alude al título de nobleza del padre del poeta Vicente Huidobro está en Alto Jahuel, dentro de la centenaria Viña Santa Rita. Entrega una experiencia de cultura vitivinícola desde la historia y la gastronomía al tiempo que da valor al patrimonio, y lo mejor es que lo hace sin temor a mostrar el pasado. Precisamente, esa es la propuesta. “Te puedes sentir como en el siglo XIX o en el 1900, pero teniendo una experiencia completamente sofisticada”, dice Elena Carretero, gerente de asuntos corporativos, sustentabilidad y turismo del recinto, profesional que está desde 2011 en Viña Santa Rita, luego de haber trabajado en la Cancillería, participar en acuerdos de libre comercio de vino e integrar el equipo de Vinos de Chile.
Poner en valor lo chileno también es clave en esta apuesta hotelera. Si bien siempre hubo una mayor proporción de huéspedes extranjeros, destacando especialmente la demanda de estadounidenses y europeos (Reino Unido), desde la pandemia el público local comenzó a estar más presente y, actualmente, los porcentajes se igualan. “Este lugar empezó a ser reconocido por el propio chileno como un sitio que muestra identidad, cultura vitivinícola. Queremos seguir insistiendo en eso, en que el chileno lo valore, porque la gente que viene del exterior queda maravillada. Pensamos que el orgullo tiene que empezar por casa, que el chileno sea el primero que lo conozca”, dice la gerente.
Chilenos o foráneos, en hotel Casa Real los huéspedes experimentan el concepto boutique mediante servicio y espacio. Prácticamente todo el personal es de los alrededores y labora aquí desde que se inauguró como hotel en la década de 1990. Al ser “parte del lugar”, brindan cercanía, pero lo hace con debida sutileza, según lo resalta Elena Carretero.
Como si se tratara de un viaje en el tiempo, hotel Casa Real instala al huésped en una atmósfera donde el ayer se hace presente. Acogedor y cómodo, de amplios pasillos, techos altos, puertas de dos hojas y ventanas protegidas con postigos, este hotel cuyo nombre alude al título de nobleza del padre del poeta Vicente Huidobro está en Alto Jahuel, dentro de la centenaria Viña Santa Rita.
En espacio, el hotel tiene la estructura original de la residencia construida en 1880, una mansión de campo que cuenta con dos plantas y 16 habitaciones, cada una con el nombre de una cepa, todas distribuidas en dos alas a lo largo de galerías vidriadas que rodean un patio interior. Las áreas comunes están en la nave que conecta estas estructuras, contemplan el Gran Comedor, zona plagada de historia y perfecta para cenas; el Salón Rojo y la Sala de Música, estancias que mantienen la disposición original del mobiliario y donde se pueden organizar, por ejemplo, degustaciones; y la Galería, iluminada naturalmente y destinada al servicio de desayuno, también al disfrute de comidas relajadas.
Dos espacios comunes más dentro de la casona son una gran sala de directorio, muy requerida por grupos de empresas que buscan desarrollar instancias de trabajo más distendidas; y el Honesty Bar, sector que se habilita cada vez que los huéspedes lo solicitan.
El patio interior, donde hay fuente de agua y pérgola, suele elegirse para almuerzos, resultando ideal para asados y para quienes buscan ambientes al aire libre, pero más acotados. En el frontis del hotel, donde se encuentra la puerta de entrada de la residencia, una terraza en altura brinda sobrecogedoras vistas a una laguna habitada por cisnes. En las tardes, el lugar invita al disfrute de las puestas de sol con la panorámica del parque, enorme jardín con 40 hectáreas que corresponde a uno de los principales elementos de hotel Casa Real, está a disposición de los huéspedes e incluye árboles frutales, especies nativas y ejemplares centenarios. Ahí crecen palmeras y araucarias, entre otros. También lucen rosales, rotondas y alrededor de 30 esculturas, traídas en 1880 desde Francia.
Dentro del parque, a su vez, se encuentran el gimnasio, el sauna y las dos piscinas exteriores de Casa Real. Existe una tercera pileta amurallada: antiguamente destinada a mujeres, hoy no se usa, pero está ahí como muestra del curso del tiempo y pasadas tradiciones.
“Este lugar empezó a ser reconocido por el propio chileno como un sitio que muestra identidad, cultura vitivinícola. Queremos seguir insistiendo en eso, en que el chileno lo valore, porque la gente que viene del exterior queda maravillada. Pensamos que el orgullo tiene que empezar por casa, que el chileno sea el primero que lo conozca”, dice Elena Carretero, gerente de asuntos corporativos, sustentabilidad y turismo del recinto.
LA HISTORIA
Hacia 1850, en los campos chilenos se vieron aparecer diversos viñedos a partir de la importación de cepas francesas para hacer vinos más refinados, esto, en un contexto donde la producción de la bebida se destinó principalmente a misa, entre otros consumos domésticos. Por entonces, el empresario Domingo Fernández Concha, el mismo que da nombre al pasaje homónimo en pleno centro de Santiago, compró la propiedad de Buin donde hoy están los viñedos de Santa Rita: la antigua hacienda Maipo. Ahí fundó la viña en 1880, con bodegas de calicanto y una casona para usar como residencia familiar de verano, cuya arquitectura estuvo a cargo de Teodoro Burchard. Su estructura de madera y cemento levantada sobre cimientos de roca se rodeó desde aquellos tiempos por el parque que, con inspiración inglesa e italiana, es obra del paisajista Guillermo Renner.
María Luisa, la tercera de las hijas de Domingo Fernández Concha, madre del poeta Vicente Huidobro y esposa del marqués de Casa Real, Vicente García Huidobro, heredó toda la propiedad. Durante cien años, la casona estuvo en manos de la misma familia, mismo tiempo en que la viña se desarrolló, empezó a exportar y se transformó casi en un polo urbano próximo a Santiago, donde vivían cerca de 60 familias, inquilinos que formaban una comunidad que contaba con diferentes instalaciones, como escuela, teatro e invernadero.
En la década de 1980, Ricardo Claro se convirtió en el nuevo propietario e inició un trabajo de restauración que abarcó la viña, el parque, la mansión y también el edificio que se encuentra en el otro extremo del terreno y que tiene una antigüedad mayor a la viña: una casa colonial que dio lugar al restaurante Doña Paula.
Dado que el complejo incluye construcciones declaradas Monumento Histórico desde 1972, los trabajos, que se hicieron a partir de 1985, respetaron la esencia y estructura propia del lugar; más allá de eso, procuraron devolverle su estética inicial en gloria y majestad. A cargo del arquitecto Álvaro Pedraza, las labores buscaron mantener el estado inicial, destacando coloridas pinturas en el techo, piso de madera y baldosa, mobiliario original, retratos de la familia García Huidobro Fernández, la enorme mesa del Gran Comedor y diversas lámparas de lágrimas. Asimismo, el lugar se luce con chimeneas, espejos de imponentes marcos, libreros antiguos con valiosas ediciones y tapices o papeles murales que, aunque adquiridos posteriormente o renovados, conservan el ideal de los últimos años del siglo XIX o inicios del XX.
Como en la década de 1980, Viña Santa Rita ya exportaba a cerca de 70 países, se hacía necesario tener un espacio para recibir a huéspedes vinculados a este negocio, y fue así como, luego de las labores de restauración, hacia 1990, la casona abrió sus puertas como hotel boutique.
En 2014, aproximadamente, en hotel Casa Real se hizo una segunda restauración, esta vez, abarcando los baños para convertirlos en espacios con servicio y estética contemporáneos. El resultado es un atractivo contraste con el área de descanso, pues si bien cada habitación está equipada con todos los elementos de la alta hotelería –sobre todo en la cama y la climatización–, conserva el estilo de un cuarto de mansión en el campo con algo de sello inglés, por ejemplo, en la combinación de la tela de cortinas y pieceras de cama.
Como en la década de 1980, Viña Santa Rita ya exportaba a cerca de 70 países, se hacía necesario tener un espacio para recibir a huéspedes vinculados a este negocio, y fue así como, luego de las labores de restauración, hacia 1990, la casona abrió sus puertas como hotel boutique.
La amplitud es otra cualidad de las habitaciones, tienen desde 50 m2 y algunas alcanzan 70 m2. Se distribuyen en dos niveles y las hay de tipo estándar (10) y suites (6), algunas ofrecen salida al parque y otras, acceso al patio interior. Lo cierto es que están plagadas de detalles, algunos muy románticos y otro buen ejemplo de sostenibilidad, es el caso de las amenidades: incluyen productos desarrollados con orujo de uva, puntualmente, cremas y geles que son fruto de un proyecto de innovación en la viña.
CONEXIÓN CON LA COMUNIDAD
La sostenibilidad parte de la filosofía con la que hoy trabaja Viña Santa Rita. “Tiene que ser la convergencia de los conceptos amigable con el medio ambiente, socialmente equitativo y viable económicamente. En el hotel esto se aplica en todas las medidas tomadas relacionadas con uso de agua y energía para reducir huella de carbono”, detalla Elena Carretero.
A su vez, se trabaja mucho con la comunidad y se le invita para que conozca el lugar y se haga parte. “Abrimos dos veces al año: el Día del vino y el Día del Patrimonio, instancias que convocan a más de cuatro mil personas cada vez y donde los artesanos locales muestran sus trabajos”, agrega la gerente, ejemplificando cómo buscan, además, fomentar el desarrollo del sector de Alto Jahuel donde se emplazan.
Los ciclos de conciertos son parte de lo mismo. Contigua a la casona de Casa Real hay una iglesia de estilo gótico que se acabó de construir en 1885. El templo tiene dos naves y gran acústica, cualidad que ha permitido desarrollar ahí ciclos musicales de estaciones desde 2011. Este programa se hace en conjunto con la Fundación Claro Vial y es un proyecto acogido a la Ley de Donaciones Culturales. Por cada estación del año se prepara un concierto para 350 personas que se presenta en dos instancias, una para gente de la cultura y clientes de la viña, otra de extensión o educativa en horario de mañana y para niños. “Vamos rotando entre los colegios de la zona. Los músicos explican los detalles de los instrumentos y se genera una conversación a partir de preguntas de los mismos asistentes”, dice la gerente.
Lo cierto es que el entorno del hotel Casa Real, la Viña Santa Rita en definitiva, es casi como un pequeño pueblo donde se pueden hacer variadas actividades. Están disponibles para los huéspedes e incluyen, por ejemplo, la visita al Museo Andino y recorridos de elaboración del vino que brindan una experiencia certificada en enoturismo. El parque dispone, además, de tours diarios para público general o pasajeros que se hacen con guía y en grupos de no más de 30 personas.
La sostenibilidad parte de la filosofía con la que hoy trabaja Viña Santa Rita. “Tiene que ser la convergencia de los conceptos amigable con el medio ambiente, socialmente equitativo y viable económicamente. En el hotel esto se aplica en todas las medidas tomadas relacionadas con uso de agua y energía para reducir huella de carbono”, detalla Elena Carretero.
EL SABOR DEL VINO
En un inicio, cuando Casa Real funcionaba como una residencia de huéspedes vinculados al negocio de la viña, la gastronomía no protagonizaba la propuesta. Desde hace trece años, en cambio, una vez que el proyecto se definió y consolidó como hotel boutique, el modelo obligó a tener todos los servicios de la hotelería profesional de excelencia. Fue en este escenario que la cocina se fortaleció con el trabajo de cocineros que se han ido formando a su amparo. “La apuesta que hemos hecho, después de pasar por varias etapas, es tener la expertise o capacitación de chefs reconocidos. Comenzamos con Hernán Basso y Laurent Pascualetto, luego hemos seguido con Basso quien nos ha ido aportando sobre todo en cocina al vacío. Hemos querido tener esta expertise externa con un equipo formado en hotel Casa Real”, enfatiza Elena Carretero.
En cuanto a concepto, hotel Casa Real rescata platos de la tradición chilena con acabada presentación, en sintonía con la propuesta base del hotel y siempre en estrecho vínculo con el vino. Así, hay platos como Asado de tira con pastelera de choclo, Flan al sauvignon blanc y Salmón a la plancha con lentejas al vino tinto. A su vez, se trabaja con productos de la zona priorizando proveedores locales de calidad, preparaciones propias y bastante uso de sous-vide para asegurar organización y estándar del trabajo.
En el desayuno, las opciones están disponibles en formato buffet, pero como es tendencia, también hay servicio a la carta. Para esta primera comida del día, el huésped encuentra clásicas opciones, como cereales y pastelería, también frutas del parque. A diario, además, hay menú de almuerzo y cena, normalmente, con dos opciones para entrada, fondo y postre.
Con el afán de poner en valor el patrimonio, resalta que la cocina del hotel está abierta al público general, siempre bajo reserva. Y un detalle final, pero clave, es el cuidado que hay para que el comensal disfrute del vino y cada plato en un adecuado maridaje, se fortalece así la experiencia cultural que da esencia a hotel Casa Real.
Hotel Casa Real
- Cam. Padre Hurtado 695, Alto Jahuel, Buin, Región Metropolitana
- Teléfono: (562) 2362 2555
- Instagram (@hotelcasarealcl): https://www.instagram.com/hotelcasarealcl/
- Web: https://www.santarita.com/hotel-casa-real/