La historia a la que hace referencia la gerente de hotel comenzó hace más de cien años. Si bien The Singular Patagonia abrió sus puertas en 2011, la edificación que le acoge fue inaugurada hacia 1915 y corresponde al ex complejo industrial Frigorífico Bories construido por la desaparecida Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego. Décadas más tarde, en 1996, y de la mano de nuevos dueños, el edificio de estilo arquitectónico propio de la Inglaterra posvictoriana fue declarado Monumento Nacional, entonces, la idea de convertirlo en museo para rescatar y ofrecer su historia al mundo comenzó a crecer. Pero el concepto se hizo pequeño, el lugar tenía un potencial más elevado y fue así como la familia Sahli, reconocidos empresarios de tradición hotelera, en sociedad con la familia McLean, asentados en tierras de Puerto Natales, se asociaron bajo el espíritu de convertir el lugar en un hotel.
Permanente, como haciendo suyo el tiempo, desde el pasado invierno, The Singular Patagonia recibe a sus huéspedes todo el año y muestra todo lo exclusivo que puede ser Magallanes en esa estación, cuando el blanco llena el paisaje, es fácil ver pumas, se aprecian amaneceres en horarios más amigables, no hay mucha gente y el servicio es mucho más personalizado.
MAGIA INTERIOR
El trabajo de transformar el complejo industrial Frigorífico Bories fue encargado al reconocido arquitecto de estas tierras Pedro Kovacic y su estudio, en conjunto con Enrique Concha & Co (ver nota aparte). “Como oficina, tenemos un vínculo bastante grande con esas tierras magallánicas, desde hace más de 25 años que venimos haciendo hoteles”, dice Enrique Concha, quien recuerda los inicios del hotel destacando el anhelo de Felipe Sahli respecto de comenzar una nueva cadena de hoteles de lujo con particularidades como el sello patrimonial y una fuerte identidad de diseño interior, algo un poco más trascendente respecto de lo que se conocía en hotelería de lujo y destino.
“Cuando conocimos el lugar nos pareció un basural, una bodega que contenía restos de una historia. Pero, al mismo tiempo, había un anteproyecto –de Pedro Kovacic– que podía ser convertido en hotel y así fue”, continúa Concha. Al evocar esos momentos, el diseñador destaca lo infinitamente respetuosos que fueron de la historia plasmada en el edificio, situando el esfuerzo en agregar valor: “Ayudar a que el lugar se exhibiera, se luciera, se mostrara de manera magnífica en todo ese recuerdo de lo que fue en el pasado”. Tomar ese tipo de proyectos no es común dice: “El encargo era crear un cinco estrellas, un hotel de alto estándar; y lo que se tenía era ladrillo y maquinaria vieja, bodegas de producción y almacenamiento. Entonces, en ese ambiente, en esa atmósfera interior, lograr que sientas o que se produzca una emoción de cinco estrellas no era fácil”. ¿Cómo se logró? El diseñador relata que junto al equipo de arquitectura fueron desarrollando las ideas para producir momentos de emociones en los distintos espacios y recorridos que contempla el hotel para así producir el impacto de un lujo austero, simple y capaz de conectar con una historia.
Sin mayores intervenciones en la estructura más allá de una especie de camino interior en altura para desplazarse admirando el espacio, y el hecho de pulir y poner algunas baldosas en el piso de sectores como el bar y el entorno de la chimenea, el trabajo de diseño interior logró una iluminación que, en palabras de Enrique Concha, resulta una exacerbación y puesta en escena de las sombras, no de la luz, a raíz de lo que se ve en Magallanes durante diferentes momentos del día.
Sin incluir objetos decorativos, salvo algunas excepciones, caso de fotografías históricas, también hubo una delicada labor en cuanto al mobiliario elegido, este tiene cierta reminiscencia al tipo de muebles usados a mediados del siglo XVIII en Inglaterra, y fue traído desde el extranjero, desde Estados Unidos, Europa y Asia. Lo cierto es que las piezas se eligieron con intención. “Optamos por dos elementos fundamentales: uno, como si siempre hubiera estado ahí, el mobiliario y la combinación de los elementos; dos: una extraordinaria calidad en la elaboración, prácticamente casi manual, de cada una de las piezas”, detalla Enrique Concha.
Si bien The Singular Patagonia abrió sus puertas en 2011, la edificación que le acoge fue inaugurada hacia 1915 y corresponde al ex complejo industrial Frigorífico Bories construido por la desaparecida Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego.
Lo dicho se vincula con la idea de prolongación en el tiempo tan propia de la esencia del edificio y del hotel. “Ahí hay un diálogo, y ese diálogo tenía que ser actual, tampoco se trataba de ir a comprar muebles viejos, tenía que producir una magia interior”, dice el diseñador. Esa conexión alcanza calidez, incluso, cuando se trata de espacios de grandes alturas (7 m aproximadamente). “Trabajar en una especie de galpón y producir ahí un living…, no fue fácil generar esa atmósfera tan mágica que tiene el hotel. Recuerdo perfectamente cuando desarmamos las cajas de todo lo que va en el lobby, cientos de muebles y todo en un colorido similar, se veía muy café, sin vida, pero a medida que fuimos ordenando los elementos en su lugar, ese orden produjo una armonía, la que habíamos pensado cuando compramos las piezas, fue tomando vida el concepto”, rememora Concha.
VISTA DE LUJO
Algo muy atípico que caracteriza a The Singular Patagonia es que se trata de un lugar para caminar. “El pasillo de las habitaciones tiene 99 m, puedes recorrer 200 m para ir de un espacio a otro”, detalla Enrique Concha. “Siempre hacemos un chiste respecto de eso con los huéspedes, y es que para la habitación 319 el room service se tarda diez minutos en llegar allá”, dice Maki Torres. La verdad es que The Singular Patagonia es enorme, de alrededor de 15.500 m2. abarcando sus tres plantas.
Hablando de habitaciones, estas suman 57 y las hay de dos tipos, las de tipo Suite son tres, llegan a tener 70 metros cuadrados y cuentan con sala de estar; las Singular (la mayoría restante) tienen entre 40 y 45 m2, y las hay con cama king o dos twin. Todas tienen las comodidades propias de un hotel de alto nivel: smart tv, caja de seguridad, wifi, etc. En el cielo luce hormigón a la vista, austero; y el mobiliario consta de tres muebles: un escritorio con diseño propio de la época de fines del siglo XVIII y principios del XIX, un velador que emula un secreter y una mesa negra redonda muy simple; completa la escena un sillón y una lámpara. El protagonismo se lo lleva la vista al canal Señoret. ¿Cómo compite la decoración con esa panorámica? La pregunta se la hicieron Pedro Kovacic y Enrique Concha. “Fue muy interesante y nos preguntamos ¿qué es el lujo en la habitación? Las dos oficinas llegamos a la conclusión de que el lujo era y sería la vista. Es decir, todo el proyecto en la habitación está volcado hacia la observación. Eso significa que el vidrio mide ocho metros y pesa casi una tonelada, obviamente ahí está el lujo. Y eso es lo que te conmueve el alma, lo que hace impresionante mirar el seno Última Esperanza, el muelle”, relata el diseñador.
Situado junto al canal Señoret, en el seno Última Esperanza y a cinco kilómetros de Puerto Natales, el hotel propone una apreciación de esta porción del Chile austral que va mucho más allá de las Torres del Paine y los sobrecogedores paisajes que le rodean.
NATURALEZA Y SILENCIO
“Tenemos muy en claro que las personas que vienen a la Patagonia son atraídas por la naturaleza, y de ninguna manera queremos robar protagonismo al entorno, entendemos que este es el que nos da sentido de ser”, dice la gerente de hotel en The Singular Patagonia. Conscientes de que, en gran medida, son embajadores de este lugar, los huéspedes tienen la posibilidad de conocerlo con una plantilla de excursiones propias que incluye rutas de verano y de invierno, productos distintos a partir de las diferentes experiencias que brinda cada temporada. Cuentan con equipo estable formado en su propia escuela, guías que también son instruidos en historia a propósito de que el hotel es un museo de sitio donde, además del edificio principal, hay construcciones complementarias y maquinaria. “Lo entretenido es que el hotel convive con ese museo. Para ir de la conserjería al restaurante, por ejemplo, hay que pasar por los cables de tiraje y la locomotora que movilizaba los cueros que se llevaban a Europa. Cuando vas a las habitaciones, hay un viaje en el tiempo, se van viendo las distintas maquinarias que generaban la energía necesaria para refrigerar la carne, las de carbón, de vapor, los generadores…, ves el paso del tiempo a medida que caminas”, describe Maki Torres.
Las excursiones outdoor, en tanto, son exclusivas para huéspedes y contemplan rutas tradicionales al Parque Nacional Torres del Paine, pero también aventuras propias que, en ocasiones, pasan por propiedades privadas, caso de estancias. La ubicación estratégica del hotel permite eso y también acceder a otros parques por rutas diferentes.
Cuando regresan, los pasajeros suelen reunirse en el living bar y comparten en torno a la chimenea. Muchos siguen el relajo en el spa, un lugar que cuenta con piscina de área interior y exterior, sauna seco y húmedo, además de una sala de silencio muy apreciada por los huéspedes, pues brinda una sensación de vacío muy propio de la Patagonia junto con una panorámica limpia hacia al canal Señoret y el viejo muelle, también patrimonial.
PRODUCTO LOCAL Y TÉCNICA INTERNACIONAL
El restaurante es otra opción para relajarse cen The Singular Patagonia, se trata de un lugar habilitado para cien personas donde es posible disfrutar en mesas para dos o en grupos. Además de los huéspedes, el lugar suele ser visitado por chilenos que llegan a la zona para gozar con una gastronomía en cuya carta abunda el producto magallánico. El chef ejecutivo en The Singular, Hernán Basso, la califica como limpia, de autor y con técnicas internacionales, eso además de regular en el tiempo. “Si fuiste hace cinco años y te comiste una paletilla de cordero, es probable que hoy la experiencia sea igual o mejor”, dice el cocinero.
“Optamos por dos elementos fundamentales: uno, como si siempre hubiera estado ahí, el mobiliario y la combinación de los elementos; dos: una extraordinaria calidad en la elaboración, prácticamente casi manual, de cada una de las piezas”, detalla el diseñador Enrique Concha.
Además de restaurante, el hotel tiene desayunador, espacio abierto entre las seis a diez y media de la mañana con desayuno internacional buffet y a la carta incluyendo, entre otros, variedad de fiambres enviados desde Santiago, salmón preparado por la cocina de The Singular Patagonia, jamón de Punta Arenas, huevos a la carta, frutos secos, jugos frescos y de pulpa, panes dulces y salados.
El bar brinda coctelería clásica y de autor en base a ingredientes patagónicos como calafate y ruibarbo, incluidos licores y destilados de la zona, además de comidas como sándwich de milanesa de guanaco. Un tercer espacio es el Asador, restaurante parrilla que está en la vieja herrería del edificio y donde se pueden reunir alrededor de 45 personas. Funciona para huéspedes y con reservas externas de grupos, ofreciendo un menú temático que procura mostrar los sabores de la Patagonia. “Partimos con empanadas de cordero y seguimos con una degustación de carnes, tradicionalmente, de cordero y vacuno regional de libre pastoreo”, detalla el chef ejecutivo.
LA BELLEZA DE LA EXCELENCIA
Cada año, caiquenes hacen nidos en los alrededores del hotel y en diciembre ya es posible ver a sus polluelos. La escena transmite y recalca que este es un lugar poco intervenido, un punto donde lo que estaba desde hace años se respeta. En esa línea, el ex frigorífico que alberga a The Singular Patagonia tampoco ha mutado, aun cuando en un futuro cercano se contempla alguna necesaria renovación, según comenta Enrique Concha.
“Una de las cosas que nos caracteriza es la permanencia”, enfatiza la gerente de hotel. Y esa palabra se une al concepto que algunos llaman lujo austero. “El hotel sorprende al mostrar que se puede hacer lujo en el ‘fin del mundo’, que es posible hacer hotelería de altísima gama, como la de cualquier hotel, en un lugar como este, y es así como nos paramos ante nuestros visitantes. Entonces, lo que ofrecemos es eso, que una persona muy acostumbrada al lujo tradicional, por ahí, más citadina, pueda aproximarse a la experiencia de conocer y disfrutar la Patagonia, un espacio tan salvaje y prístino, pero con todas las comodidades que pueda necesitar de cualquier hotel de alta gama”, asegura Maki Torres.
The Singular Patagonia
Km 5, 5 Norte S/N, Natales, Región Magallanes y de la Antártica ChilenaReservas: +56223068810
Contacto: patagoniareservas@thesingular.com
Instagram: @thesingularhotels/
Facebook: @SingularHotels/
Web: https://www.thesingular.com/patagonia