Tal vez lo que mejor resume el espíritu de la cafetería El Pasaje, ubicada desde hace un año en el barrio oriente de Viña del Mar, sea el mural de Spinetta y Charly obra del artista Felipe Garrido, que decora su primer nivel. Y es que lo poético y lo moderno se aúnan en esta cafetería, proyecto de su único socio Abbas Abi Raad, cuyo objetivo es generar un punto de encuentro vibrante que él asegura no haber encontrado en ningún lugar de la ciudad.
Abi, nacido en el Líbano en el año 1989, llegó a Chile en 1991 y se estableció junto a su familia en la ciudad de Viña del Mar, donde vivió su infancia y adolescencia, además de estudiar Derecho. En el tercer año de la carrera viajó rumbo a Uruguay, país donde vivió siete años hasta retornar definitivamente a Viña hace tan solo dos años. Se casó con una oriunda de Mendoza, al poco tiempo se separó y se llevó consigo sus libros, acarreándolos en su camioneta. “Siempre he sido bibliófilo” –se autodefine–.
EL KARMA DE VIVIR AL SUR
El logo de El Pasaje guarda similitudes con la cafetería del mismo nombre ubicada en Mendoza, y ello se debe a que originalmente el dueño de la versión trasandina intentó reclutar a Abi como inversionista para hacer realidad una sucursal en Chile. Notando, sin embargo, que el proyecto no tomaba forma debido al escaso involucramiento de su socio al otro lado de Los Andes, Abi decidió avanzar por su cuenta, emancipándose, dejando su trabajo de abogado y dándole un carácter personal al café, aunque su iconografía conserve una tendencia clara de simpatía por el rock argentino.
Aunque reconoce que “al principio me daba pudor presentarme como un Café de Especialidad, ya que yo no tenía nada de conocimiento”, Abi abrió las puertas de El Pasaje en el mes de octubre de 2023, comenzando a capacitarse y también al personal. Se hizo de una La Marzocco y en tolva tomó como proveedores a los tostadores porteños 504, con quienes se ha mantenido hasta la actualidad. En cuanto a filtrados, la oferta en el café va variando, contando con los tuestes de Renacuajo y Coffee Beans en cuanto a descafeinado.
El dueño confiesa que, aunque hay obviamente un interés por el producto, lo clave en el proyecto de El Pasaje son los contenidos. “Lo que pasa es que la cultura y la entretención están muy vinculadas. Sería muy pretencioso decir que yo quiero generar cultura, pero, en el fondo, se trata de generar un espacio de contenido saludable y entretenido. Para poder conquistar una audiencia y que te compren ese cuento, debías tener un producto a la altura de la circunstancia”.
POR TODAS PARTES VOY BUSCANDO UN PARLANTE
A los libros y al Café de Especialidad, se sumó el concepto de las Sesiones Pasajeras. Se trata de tocatas de músicos de corte independiente que se realizan en la cafetería y que comenzaron como casi todo en la historia del lugar, por azar. “Todo esto ha sido un accidente, en verdad. Hay un músico (nacional) que se llama Chinoy, que se iba rumbo a México y es amigo mío. Me preguntó si él podía hacer un concierto acá para juntar plata para el viaje. Y yo me quería desapegar de ese concepto, como muy de Valpo. Yo quería algo que atrajera un público familiar pero también intelectual, pero, como era mi amigo, le dije que sí”.
De a poco, las Sesiones –de las cuales se han hecho ya más de veinticinco– han contado con artistas provenientes de Chile, Uruguay, Brasil, España, Argentina, Perú, y México y han ido creciendo hasta tener su propio espacio en YouTube y convertirse en la carta de presentación de El Pasaje en la Feria Cafeyna, la gran expo del café de la V Región. “De a poco hemos ido capitalizándonos. Tenemos nuestro propio sonidista e incorporamos dentro del equipo a un audiovisual permanente”. En verano, las Sesiones se realizan en una vivienda ubicada al frente del café, arrendada para ese propósito. “Las hacemos en la piscina, donde entran cien personas”, añade.
A partir de las Sesiones Pasajeras, se ha ido gestando otra propuesta del proyecto, que intenta editar y difundir digitalmente –vía streaming– las creaciones de músicos independientes que capturan la atención de Abi, posicionándoles en escenarios y espectáculos de relevancia –a la usanza de un sello discográfico– como es el caso de la cantautora Simo, quién ha salido de gira acompañando a Lisandro Aristimuño y Kevin Johanssen.
“Cuando las Sesiones partieron, fue totalmente desinteresado. Hoy día lo veo y digo: esto nos ha permitido posicionarnos. Mi intención primaria era que el café generara una maquinita de hacer plata para hacer cultura. Aquí hay cuarenta y cinco mesas. Si yo veo a tres personas al día, de quinientas que entran, tomando un libro del librero como la nueva novela de Juan Luis Martínez o leyendo a Natalia Ginzburg, yo me doy por pagado. Para mí eso es un montón. Todos los días la gente se va con un Mario Levrero en la cabeza, con un Juan Luis Martínez”.
Incluso, si alguien desea un espacio más íntimo y alejado del ruido de tazas y platos para poder enfrascarse a la lectura, aparcada afuera se encuentra una Kombi pensada para ello, e incluso para escuchar música en formato vinilo en un tocadiscos portátil. La selección de música tanto ahí como en la cafetería es también reflejo de los gustos personales de Abbi, con una tendencia clara a referentes de la música popular latinoamericana.
“Tiene esa pauta porque todo lo curo yo. Al final, es mi identidad, porque mi padre llegó a Chile y no hablaba español. Él salía de la pega y se compraba cassettes en español para escuchar. Me decía que me traía un regalo, pero no era un regalo para mí. Él compraba esa música en específico para familiarizarse con el idioma. Mi único lenguaje en común con mi padre era la música. Entonces siempre fue súper importante para mí. Nunca me desarrollé, nunca estudié ningún instrumento, pero la música siempre me acompañó. Si voy a un café y hay mala música me puede arruinar el día, a ese nivel”.
ALGUIEN VA SUBIENDO LA COLINA
En lo gastronómico, Abi expresa no estar tan vinculado. Confiesa que ha evolucionado mucho desde la apertura del café, hace tan solo un año. Dice confiar en un cien por ciento en su jefa de cocina, Camila Yarrus; además de la administradora Antonella Yarrus y el jefe de Servicio José Peña. “El equipo se ha ido empoderando”, acota. En barra, hay opciones que van del espresso ($2.500) y Cappucino ($3.000) a opciones como un Espresso Salted Caramel ($4.500); en filtrados las opciones de método son Chemex, V60 y Origami (de los $5.200 a $9.800 dependiendo del grano y tostador).
La bollería actualmente se desarrolla en el local, cosa que tiene muy orgulloso a su dueño, ya que asegura no haber encontrado un proveedor que le convenciera. “Si alguien le vende su producto a un lugar que siento que no aporta, entonces paso”. Opciones como la Tarta Vasca ($4.900) y el Carrot Cake ($5.400) se suman a opciones de sándwiches como el Croissant de Mar ($10.500), Pailas de Huevo y Omelettes ($6.500 a $6.900), Bowls ($6.600 a $7.900) y Tostadas ($4.900 a $9.900); además de Desayunos, Brunchs y Almuerzos.
Si bien la opción de cafetería fue clave ya que “el café soporta cualquier crisis económica”, la idea no era cerrarse a las opciones clásicas de acompañamiento, sino que sumarlo a una carta con opciones de cocina de alto tránsito, con un toque personal como lo define su plato estrella: las Hojas de Parra con Hummus y Baba Ganoush ($12.900), cuya presentación en el plato simula la bandera del Líbano. “Es algo que he comido toda mi vida, y la comida árabe me representa mucho porque mi padre quedó ciego el 2010 debido a una enfermedad genética. En ese momento pensamos incluso como familia volver al Medio Oriente. Con mi mamá nos pusimos a hacer comida árabe y vender puerta a puerta. Siempre vendíamos en la medida que necesitábamos”. Hoy en día, la madre de Abi es quien provee las hojas que se utilizan en la preparación en el local.
NO SOY UN EXTRAÑO
En este recorrido, el público que ha sido conquistado por El Pasaje es transversal. “Señoras que vienen a almorzar todos los días, solas, como jubiladas. Vienen jóvenes con sus citas; otros del mundo del Tik Tok; y muchos turistas, sobre todo los fines de semana”. Lo que más le sorprende a Abi son familias provenientes de Holanda, Francia o Alemania que se encuentran de paso y llegan por recomendación, todas sintiéndose a gusto y acogidas. “Lo que pretendemos es ser aterritoriales. No me gusta que esté circunscrito a un lugar determinado, aunque esté lleno de músicos argentinos”, ríe.
Haciendo honor a su nombre y al movimiento constante, en El Pasaje incluso los murales tienen estadía acotada, pues irán cambiando cada dieciocho meses, previo registro fotográfico de los mismos. La idea es ir siempre transmitiendo una identidad presente y en constante transmutación. Una identidad que, ineludiblemente, es autobiográfica.
Inconscientemente, Abi recuerda en medio de la entrevista la historia de un palacio en el Líbano, que resuena con su propio viaje y la manifestación de El Pasaje. “En el Líbano hay un viejo que tiene un palacio en medio de la ruta, conocido como El Palacio de Musa, y él ha dedicado toda su vida a construirlo. Su vida se transformó finalmente en que su propia casa le ha dado para vivir, porque los turistas pasan por ahí y le dan una donación, y así ha ido construyendo su propio castillo”. Poesía pura.
El Pasaje Café
- 9 Norte 907, Viña del Mar, Valparaíso
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