Existen platos emblemáticos de la comida casera, que rememoran momentos familiares y calor de hogar. El Charquicán es una de esas preparaciones, que de solo nombrarla evocan recuerdos y momentos queridos. El origen de este guiso es casi tan antiguo como los ingredientes que se usan para hacerlo y su nombre también explica en parte su composición.
Charkikanka es el origen del nombre, que en quechua significa revoltijo de charqui. El charqui es un tipo de carne deshidratada muy propio de la zona andina que permite preservar esta proteína, así como trasladarla con mayor facilidad y que originalmente era de llama u otro auquénido. Sumado a ingredientes típicos americanos como el choclo, las papas y el zapallo, daba como resultado esta contundente delicia. Con la llegada de los españoles a estas tierras se le adicionaron verduras como la cebolla, la zanahoria, la arveja y se comenzó a hacer charqui de vacuno o equino dándole aún más contundencia y sabor al plato.
Países como Chile, Bolivia y Perú comparten esta preparación con variaciones en su adobo y algunos ingredientes, pero han visto a lo largo de los años, desde tiempos precolombinos, como mensajeros, conquistadores y comerciantes llevaban charqui en sus bolsos y alforjas como parte importante de sus equipajes.
En Chile tenemos varios platos que terminan en “can”: Tomaticán, con tomate, choclo y cebolla, Charquicán de cochayuyo y Luchicán, estos dos últimos reemplazan la carne por algas como cochayuyo o luche, mostrando cómo al cocinar, nos adaptamos a los ingredientes disponibles.
Cualquier alternativa que usted elija, le garantizamos que la sensación de regresar al hogar será la misma y si le agrega un huevo frito….la gloria.