Bien adentro en el campo del sur chileno, inserto en un privilegiado entorno natural de la Araucanía, se encuentra una pequeña localidad llamada Guiñimo, ubicada a poco más de quince kilómetros desde Freire hacia la costa.
Entre los cerros cubiertos de vegetación nativa y las huertas familiares que abundan en esta región, se encuentra Campo Millary, un funcional espacio dedicado a realizar un agroturismo con sello propio. Caminar por verdes praderas, recolectar hongos silvestres y cosechar productos de la huerta. Por las noches, sentir el crujir de las maderas bajo el fuego mientras observas el cielo estrellado. Todo, por supuesto acompañado de una gastronomía hecha por un cocinero de vasta trayectoria y oriundo de Guiñimo: Juan Carlos Quiñeman.
En Campo Millary, distintos elementos se entrelazan para narrar la historia de la vida en el campo y de quienes lo trabajan. Una experiencia única, que entrega una verdadera conexión con la naturaleza y un acercamiento a la enjundiosa cocina rural y su marcada herencia mapuche.
En el corazón de este proyecto existen dos conceptos clave del mapudungun que definen su filosofía: el yamuwün y el küme felen.
Yamuwün significa ‘respeto’ en mapudungun y tiene que ver con su trato hacia las personas, con la forma en la que se vinculan con la naturaleza y todo su entorno y también con la relación que generan con sus proveedores y productores locales. Küme Felen significa ‘bienestar en armonía’ o ‘estar en armonía y equilibrio’ y abarca los planos físico, mental y espiritual. Campo Millary es un lugar donde se busca entregar una experiencia que te permita encontrar ese bienestar, armonía y equilibrio, en conexión con la naturaleza y siempre respetando todo el entorno.
Entre los cerros cubiertos de vegetación nativa y las huertas familiares que abundan en esta región, se encuentra Campo Millary, un funcional espacio dedicado a realizar un agroturismo con sello propio.
“Cuando llegan los huéspedes a Campo Millary, los esperamos con panes representativos del pueblo mapuche. Nuestra tradicional sopaipilla sin zapallo y una tortilla al rescoldo que hacen unas vecinas con fogón y cenizas, a la vieja usanza. Eso lo acompañamos de un pisco sour, pero de maqui, un producto noble, endémico, con propiedades antioxidantes y que aquí se encuentra con abundancia. Es nuestra forma de darles la bienvenida a lo que será esta experiencia”, cuenta Juan Carlos, en entrevista para Chef&Hotel.
DEL CAMPO A LA CIUDAD. DE LA CIUDAD AL CAMPO
Con solo 17 años y un título de mecánico a su haber, Juan Carlos Quiñeman Milla emprendió el viaje hacia Santiago desde su natal Guiñimo, ubicado de Freire hacia la costa, con la certeza de que su destino estaba escrito en el rugir de motores y el pasoso aroma del aceite. La lejana capital se le presentaba como una gran oportunidad para comenzar a desarrollar su carrera.
El destino, sin embargo, es caprichoso y su trabajo soñado no llegó. Las herramientas que creyó serían sus grandes aliadas, quedaron olvidadas en una caja. La alternativa que encontró fue trabajar como copero en un hospital, labor que creyó sería momentáneo mientras encontraba algo en el mundo de las tuercas. Lavar platos era un oficio lejano a su anhelo, pero se empeñó cada día en cumplirlo con esmero.
Un cocinero que trabajaba ahí, el chef Gerardo Henríquez, vio algo en él. Una chispa esperando a ser encendida, un potencial para trabajar en cocina. Lo motivó a estudiar gastronomía para desarrollar más sus habilidades y Juan Carlos, sin estar muy convencido, confió en lo que le decía su mentor. Sin saberlo, esta decisión marcaría para siempre el rumbo de su destino.
Su carrera como cocinero partió en el hotel Marriot. Luego fue jefe de cocina en el Four Points de Sheraton y tras algunos años pasó al hotel del casino Monticello. Allí, cuenta, aprendió a solucionar y gestionar temas administrativos y todas aquellas tareas externas a la cocina misma.
Con una trayectoria ya consolidada, llegó a la gerencia de alimentos y bebidas del Hotel Neruda y luego pasó un periodo en el Sheraton de Viña del Mar, hasta que se le dio la oportunidad de abrir desde cero el hotel Antay de Arica.
Campo Millary es un lugar donde se busca entregar una experiencia que te permita encontrar ese bienestar, armonía y equilibrio, en conexión con la naturaleza y siempre respetando todo el entorno.
“En Antay tuve una experiencia muy bonita y enriquecedora. Creo que fue esa etapa la que me motivó a volver a mi tierra. El gerente del hotel, Leandro Moller, era un gran orador y daba charlas donde convencía a la gente de que los sueños son posibles. Cuando llegó la pandemia, entendí que debía volver a mi tierra. Mi mamá estaba sola y si no lo hacía en ese momento, no lo haría nunca”, relata.
Una vez de vuelta en Guiñimo y en un contexto donde primaba la incerteza a nivel global por las restricciones de movilidad y cuarentenas, Juan Carlos toma los aprendizajes de su trayectoria y junto a su esposa Grace Correa y su madre Margarita Milla, crean Campo Millary.
¿Qué es exactamente Campo Millary?
Es un espacio de relajo y desconexión en el campo, donde ofrecemos una experiencia de agroturismo mapuche con una atención personalizada y una rica cocina de huerto, estacional y muy típica de la zona.
Todos nuestros servicios incluyen desayuno. Contamos con un domo familiar para hasta cinco personas adultas y tenemos una tinaja de uso libre para nuestros huéspedes.
Nuestro taller gastronómico tiene capacidad para hasta 30 personas y ofrecemos un menú degustación que va principalmente dirigido a empresas o personas que quieran celebrar su cumpleaños.
El año pasado ganamos ‘Nada nos detiene’, un campeonato de emprendimientos que nos ha permitido ganar mucha visibilidad y también tenemos un servicio de banquetería, llamado Millary Cocina, que nos ha permitido seguir creciendo mientras nos vamos dando a conocer.
PROVEEDORES LOCALES | Juan Carlos Quiñemán trabaja con Marianela Ibáñez y su emprendimiento de flores comestibles Fiore di Cuore
¿En qué consiste esta experiencia de agroturismo mapuche?
La verdad es que es muy personalizada y depende de lo que quiera el huésped. Muchas personas vienen solo a descansar en el Domo y les basta con estar desconectados en pleno campo. De todas formas, a todos nuestros huéspedes les ofrecemos la experiencia de campo, que vayan a buscar huevos para el desayuno, a cosechar digueñes o las distintas frutas que crecen.
Además, estamos ampliando nuestra oferta de experiencias turísticas fuera de Campo Millary. Actualmente tenemos visitas a rucas, para quienes quieran aprender más de la cultura e idiosincrasia del pueblo mapuche y también tenemos un tour en el que se baja en balsa pescando por el río Toltén.
En el futuro próximo queremos incorporar cabalgatas para niños, recorridos en bicicleta y más actividades que aún no tenemos definidas.
“Todos nuestros servicios incluyen desayuno. Contamos con un domo familiar para hasta cinco personas adultas y tenemos una tinaja de uso libre para nuestros huéspedes. Nuestro taller gastronómico tiene capacidad para hasta 30 personas y ofrecemos un menú degustación que va principalmente dirigido a empresas o personas que quieran celebrar su cumpleaños”, comenta el chef mapuche, Juan Carlos Quiñeman.
¿Cómo defines la cocina que se ofrece en Campo Millary?
Me cuesta definirla con una sola palabra porque no nos cerramos a un tipo de cocina puntual. Sí te puedo decir que nuestra cocina es honesta, sencilla y se basa en productos estacionales y de recolección. Gran parte de nuestra materia prima viene de nuestra huerta o es de productores cercanos.
No trabajamos con una carta ni menú fijo, todo lo que preparamos es de acuerdo con lo que la temporada nos va ofreciendo.
Tenemos ciertas bases que son de la cocina mapuche, como el pizku (guiso de legumbres), los milloquines (albóndigas de arvejas) y el catuto o mültrün (masa hecha con granos triturados). Respetamos las preparaciones tradicionales, pero le damos un sello propio y hacemos porciones más pequeñas para que el comensal pueda probar más cosas.
Tenemos un menú degustación de hasta seis tiempos y lo maridamos con vinos locales, de una bodega ubicada en Teodoro Schmidt. Contamos con grandes proveedores locales como Marianela Ibáñez, que tiene un emprendimiento de flores comestibles llamado Fiore di Cuore. Cada vez que tenemos un evento o una actividad utilizamos sus flores para aportar color, sabor y textura. Además, nos suma al relato que contamos porque queremos que nuestros clientes no solo vengan a comer, también a aprender.
¿Cuáles son los próximos desafíos para Campo Millary?
Nos hemos puesto como desafío ayudar a vender más los productos de la zona y potenciar los emprendimientos locales. Hay una chica que hace merkén de avellana y merkén de maqui. La primera vez que los probé fue increíble, una explosión de aromas que sirve para levantar cualquier plato.
Los productos de los emprendedores locales tratamos de alterarlos lo menos posible porque confiamos en que ellos saben lo que hacen.
Campo Millary
- Sector Guiñimo, kilómetro 16, comuna de Freire, Región de la Araucanía.
- Teléfono: +569 99926698
- Instagram (@campo_millary)
- Facebook (@campomillary)