Al calor del wok

Bangkok Restaurante Thai

Al calor del wok

El restaurante Bangkok es una negativa a conformarse con esa comida thai adaptada al paladar chileno. Ubicado en Barrio Yungay, este lugar presenta una propuesta de cocina tailandesa tradicional y auténtica, donde los fuegos de sus woks transforman ingredientes simples en deliciosos platos milenarios.

Ubicado en una vieja casona a pasos de metro Cumming, Bangkok llegó a dar vida a la tradición tailandesa en el barrio a través de preparaciones que te harán viajar en pocos bocados directo al sudeste asiático. La administradora, Diana Grudechut junto al chef Ignacio Calquín y su mano derecha en la cocina Sirinthorn Senakhun, más conocida como “Biu”, hablaron con Chef&Hotel para contarnos todos los detalles de esta genuina propuesta.

“Nuestra cocina tiene el sabor thai real. Muchos de los otros que hay en Chile tienen una sazón muy chilenizada. Nuestras cocineras tailandesas corrigen las recetas y supervisan que los sabores se mantengan lo más similar posible a lo que son en su país. Yo simplemente soy un intérprete” explica el chef Ignacio Calquín.

Desde que uno cruza la puerta en el restaurant Bangkok, los detalles saltan de inmediato a la vista. En su salón principal tiene una gran estantería de vidrio llena de figuras de Buda, mandalas y todo tipo de decoraciones tailandesas. Al fondo del salón, una cocina abierta permite sentir de cerca el fuego del wok y observar cómo trabajan cada uno de los platos. La atmósfera y calidez de su ambiente invita de inmediato a dejar atrás el bullicio de la ciudad y sumergirse en la calma de un mantra budista

Todo su diseño interior honra la cultura tailandesa mientras que al mismo tiempo mantiene viva la arquitectura de la casona antigua. En el segundo piso incluso tienen un salón tatami donde los comensales pueden comer sentados o arrodillados sobre almohadillas en el suelo, tal y como se hace en muchos países orientales. Los elementos decorativos de su interior, desde el mural hasta las decoraciones florales, son parte de la historia que Bangkok quiere contar y la música tailandesa que suena a bajo volumen termina de completar el entorno.

Las personas detrás de este proyecto son Gustavo y Álvaro Peñafiel, dueños de la Fuente Mardoqueo, cuyo local principal se emplaza en el mismo barrio, a pocos minutos a pie. El éxito de la sanguchería y su mirada crítica sobre la oferta de comida tailandesa en nuestro país los impulsó a embarcarse en este nuevo proyecto, buscando reflejar con autenticidad la gastronomía y el espíritu del país asiático.

 

“Nuestra cocina tiene el sabor thai real. Muchos de los otros que hay en Chile tienen una sazón muy chilenizada. Nuestras cocineras tailandesas corrigen las recetas y supervisan que los sabores se mantengan lo más similar posible a lo que son en su país. Yo simplemente soy un intérprete” explica el chef Ignacio Calquín.

 

La filosofía de Bangkok se cimenta sobre dos ejes fundamentales: reflejar de la mejor manera posible la exuberancia de la sazón tailandesa y ofrecer un servicio rápido y de buena calidad. Un certificado de calidad que recibieron por parte de la embajada tailandesa es la prueba concreta de que han logrado triunfar en ambos.

En su equipo de cocina cuentan con cinco cocineras tailandesas que son la pieza clave para expresar una narrativa gustativa que guarde la autenticidad, pero que al mismo tiempo sepa dialogar con el paladar chileno. En el servicio, también tienen un garzón tailandés ante cada mesa que atiende deja de manifiesto la amabilidad y cercanía en el trato de las personas de aquel lejano rincón del mundo.

Una pieza clave para que este engranaje se mantenga funcionando es Biu, cocinera tailandesa que vive hace cinco años en nuestro país. Su manejo del inglés y del español la convierte en el puente natural entre las diferentes nacionalidades que se mezclan en la cocina de Bangkok. Ella es la artífice encargada de traducir las palabras que se dicen, los sabores que se crean y las técnicas que se utilizan en el restaurante.

Para el chef Ignacio Calquín, trabajar mayoritariamente con tailandesas le ha permitido acercarse a esta cultura de una manera que jamás habría imaginado. “He aprendido sus recetas, pero también mucho de su cultura e idioma. Comparto con ellas, como con ellas y conozco su vida cotidiana. No son egoístas ni celosas con sus recetas y normalmente traen preparaciones que hacen en sus casas para que las probemos. De ahí también hemos sacado varias ideas” cuenta.

 

Todo su diseño interior honra la cultura tailandesa mientras que al mismo tiempo mantiene viva la arquitectura de la casona antigua. En el segundo piso incluso tienen un salón tatami donde los comensales pueden comer sentados o arrodillados sobre almohadillas en el suelo, tal y como se hace en muchos países orientales.

 

SALADO, DULCE, ÁCIDO, PICANTE

El frenético fuego del wok es el alma que da vida a la cocina tailandesa. Muchas de sus preparaciones pasan por esta característica sartén oriental que no da tiempo para distracciones. Aquí es donde se fusionan los cuatro sabores de la cocina tailandesa: salado, dulce, ácido y picante. Encontrar el equilibrio y la armonía entre ellos, es el arte de un buen plato thai. “La idea es que ninguno de estos sabores sobrepase al otro. Cuando se logra, la comida es muy apetitosa. Eso es Tailandia» señala Ignacio.

La carta del restaurante es acotada, pero con propuestas para todo tipo de paladares. Se divide en cinco categorías principales: entradas, woks, currys, sopas y postres. Como entrada, proponen los tradicionales Satay ($6.900), que son unas brochetas a la plancha aderezadas con salsa de curry y maní molido. Pueden ser de carne, pollo, camarón o tofu. Ideales para abrir el apetito.

Si hablamos de woks no podemos dejar de mencionar al más famoso de todos: el Pad Thai ($9.900). Consiste en fideos de arroz salteados con una proteína a elección, huevo, cebollín, diente de dragón, salsa tamarindo y maní triturado. Este plato representa la esencia misma de la cocina tailandesa y es para muchos el primer acercamiento a esta gastronomía antes de aventurarse con otras preparaciones.

Ignacio recuerda que antes de trabajar en Bangkok, fue a varios restaurantes a probar este plato para entender sus características y poder ejecutarlo de la mejor manera. “La salsa que nosotros utilizamos para el Pad Thai es muy equilibrada. La preparamos en una cocción lenta durante seis horas y nos preocupamos de que no se abuse de ningún sabor. Ocurre en muchos lugares que el pad thai está pasado de dulzor o de acidez. La idea de este plato es que el fideo no esté nadando, que quede en una reducción de salsa y que se sienta un equilibrio en los sabores. No es para nada fácil”, detalla.

Para experimentar el adictivo picor tailandés sugieren hacerlo a través de alguno de sus currys. El más picante de los que ofrecen es el curry verde ($11.200) que tiene leche de coco, galangal (un rizoma similar al jengibre), berenjenas asadas, ají y hojas de albahaca. El nivel de pungencia estándar de este plato es de 4, pero en una escala que llega hasta el 24, para intentar replicar los niveles que se utilizan en Tailandia. Los comensales tienen la libertad de elegir cualquier nivel de picante para su plato, lo que convierte a Bangkok en una parada obligatoria para los amantes de esta quemazón.

 

El frenético fuego del wok es el alma que da vida a la cocina tailandesa. Muchas de sus preparaciones pasan por esta característica sartén oriental que no da tiempo para distracciones. Aquí es donde se fusionan los cuatro sabores de la cocina tailandesa: salado, dulce, ácido y picante.

 

La relevancia que tienen los vegetales en la cocina tailandesa es también otra característica importante para destacar. La mayoría de sus platos se pueden pedir en formato vegetariano y una gran parte de ellos incluso son veganos. En Bangkok entienden que existe un público que tiene cada vez más restricciones alimentarias y han sabido adecuar su menú para ellos.

“Hemos escuchado a nuestros clientes y estamos siempre abiertos a nuevas propuestas. Hay un trabajo constante por parte de la cocina de ir proponiendo nuevos platos y en el tiempo que llevamos abiertos esta ya es nuestra tercera actualización de carta” explica Diana Grudechut, administradora de Bangkok.

En coctelería, Bangkok también ha sabido evolucionar desde su apertura. En un inicio comenzaron con una carta donde solo había tragos clásicos, pero poco a poco han ido incorporando coctelería de autor utilizando ingredientes tailandeses para mantener una coherencia con su relato culinario.

Una buena muestra de esto es el Tea Sapparod Tonic ($6.500) hecho con gin, té de canela, jugo de limón, syrup de piña y ron blanco o el Neblina Bangkok ($6.900) una mezcla de bourbon con jugo de manzana verde, jugo de limón, syrup de manzana y canela. En los mocktails encontrará el Piña Coco Thai ($4.900) con piña, crema de coco y syrup de piña.

“Siempre que queremos agregar un producto nuevo a la coctelería probamos un montón de combinaciones diferentes, pero incorporamos solo las que más nos convencen y que obviamente también hagan sentido con el resto de nuestra carta” sostiene Diana.

Bangkok es un recordatorio de que la cultura y la tradición son inseparables de la gastronomía. Un puente entre dos países en lugares opuestos del mundo, que se unen en un solo relato al calor del wok.

Bangkok Restaurante Thai

Arzobispo González 441, Santiago
Teléfono: +569 3566 9931
Horario: 12h a 23h de lunes a domingo (incluyendo feriados)
Instagram: @bangkokrestaurante
Web: www.bangkokthai.cl

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