Té para uno

Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.

Ad portas de terminar el año, he aquí tres obsequios: un pequeño relato, una breve reflexión y un sincero parabién


“El té debería tomarse en soledad”, sentenció el famoso escritor Clives Staples Lewis, cuyo nombre es más conocido por las siglas C.S. Con dicha frase, este autor oriundo de Belfast, Irlanda del Norte, y famoso especialmente por sus Crónicas de Narnia, describe parte de lo que es para él un día ideal, en su libro autobiográfico “Sorprendido por la Alegría” (“Surprised by joy: the shape of my early life”, publicado en 1955).

Para quienes somos aficionados a su obra, no es difícil imaginarlo sentado en su escritorio, creando mundos fantásticos con su prosa afortunada, junto a una humeante taza de té negro.

Ahora bien, por supuesto que la frase de Lewis es sólo una apreciación personal, porque el té compartido con otros tiene también muchos encantos, pero me tomo de ella para construir esta columna con aires de epílogo del 2021, porque expresa conceptualmente un estado emocional y mental muy clásico del cierre de año, donde la visión retrospectiva individual cobra protagonismo. En este sentido, si bien la sentencia es concisa, resulta bastante rica en matices.

En primer lugar, habla de una íntima relación entre el disfrute del té y la soledad, que no es más que otra forma de aludir a la introspección. Ya me he referido en columnas anteriores al estrecho vínculo que hay entre esta infusión y la meditación, derivado de la tradición budista zen del primer milenio d. C., así como de la presencia del aminoácido L-teanina. Así, el té propicia un estado mental de “enfoque apacible” que favorece la reflexión.

En segundo lugar, habla de una conexión personal con lo doméstico, no en el sentido aburrido de platos por lavar, sino en alusión a la calidez del hogar. Previamente, en el mismo libro autobiográfico Lewis había descrito la profunda impresión que le produjo el paisaje del condado inglés de Surrey la primera vez que lo vio. Señaló que le sugería felicidad, lo llenaba de un deseo de domesticidad y “lo ponía a uno a pensar en bandejas de té”. Con ello queda ilustrado el sentido que Lewis daba al nexo entre té y hogar, como núcleo de cobijo y pertenencia. Es sin duda el té una de las puertas de entrada al recogimiento hogareño, tan propio de las fiestas de fin de año.

Finalmente, la frase contiene también implícita la idea de disfrute del mundo exterior, siendo la apreciación del té una forma de ejercitar nuestros sentidos y entrenarlos para una profunda percepción de los estímulos que nos rodean, lo que es alcanzable mediante prácticas cotidianas de degustación y reconocimiento de aromas, sabores y gustos básicos. Podemos imaginar entonces a Lewis disfrutando calladamente su té matutino, justo antes de salir a disfrutar con el mismo silencio e intensidad de sus frecuentes caminatas por bosques y senderos campestres.

Es innegable que el frenesí laboral del cierre de año, junto a la multiplicidad de panoramas sociales de las festividades de la época nos dejan poco tiempo para “tomarnos un té con nosotros mismos”. Pero me parece que ese balance personal del 2021 es tan importante como el resto de compromisos de la agenda. Por tal razón, espero que exista en vuestros itinerarios al menos un pequeño espacio dedicado a beber un té en soledad: no la triste soledad del desamparo, sino aquella virtuosa soledad de la introspección, la domesticidad y el disfrute.

Son estos mis sinceros deseos para todos los lectores de esta revista y, muy en especial, de esta columna, nacida de la pluma digital de alguien que sólo busca invitarlos a explorar juntos -con curiosidad y asombro- las bondades de la infusión más consumida del mundo.